Estrés Policial, Derechos Humanos y la Necesidad de un Cambio Asertivo

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Opinión por: Norberto Guerra Mendías

La labor policial es una de las profesiones más estresantes y emocionalmente demandantes. Los agentes enfrentan diariamente situaciones de alto riesgo, violencia y presión institucional, lo que genera un desgaste psicológico acumulativo que, si no se gestiona adecuadamente, no solo perjudica su salud, sino también su capacidad para servir a la sociedad de manera efectiva y respetuosa.

Sin embargo, el estrés no justifica el abuso, y los métodos tradicionales de manejo del orden público —basados en la fuerza reactiva y la desconfianza sistemática hacia la ciudadanía— han demostrado ser ineficaces para reducir la criminalidad y, en muchos casos, han exacerbado la violencia y la fractura social. Es urgente que los cuerpos policiales reconozcan que, para lograr una seguridad pública sostenible, deben transformar su enfoque hacia uno más asertivo, preventivo y comunitario.

  1. El Estrés Policial y sus Consecuencias: Entender para Transformar

Los policías trabajan en un entorno donde el trauma emocional es frecuente, pero poco atendido. Esto puede llevar a:

·       Agotamiento emocional (Síndrome de Burnout).

·       Despersonalización (trato frío u hostil hacia la ciudadanía).

·       Conductas reactivas (uso excesivo de la fuerza, abuso de autoridad).

Pero el estrés no es una excusa, sino una señal de alerta.

Si bien es comprensible que un agente bajo presión pueda actuar de manera defensiva, la legitimidad policial depende de su capacidad para autorregularse y mantener el profesionalismo incluso en situaciones críticas. La sociedad no puede permitir que el desgaste laboral se traduzca en violaciones a derechos humanos, ya que esto solo genera más desconfianza y perpetúa los ciclos de violencia.

  1. Los Métodos Actuales No Funcionan: La Fuerza No Reduce la Criminalidad

Estadísticas en diversos países muestran que:

·       La mano dura no disminuye los índices delictivos a largo plazo.

·       El abuso policial aumenta la desconfianza ciudadana, lo que dificulta la colaboración en investigaciones.

·       La criminalización de la pobreza y la discriminación racial en operativos policiales solo profundizan la exclusión social.

Si el objetivo es la seguridad real, la estrategia debe cambiar.

En lugar de depender de tácticas represivas, las instituciones policiales deben:

✔ Invertir en inteligencia policial y prevención situacional.

✔ Fortalecer el diálogo con comunidades vulnerables.

✔ Priorizar la mediación de conflictos sobre el uso de la fuerza.

  1. Apoyo Policial Sí, Pero con Condiciones

Que la Ayuda sea reciproca con buen trato a la sociedad

Es justo y necesario que los agentes reciban:

·       Terapia psicológica especializada y constante.

·       Capacitación en manejo de estrés y comunicación no violenta.

·       Mejores condiciones laborales para reducir el agotamiento extremo.

Pero este apoyo no puede ser unilateral.

A cambio, las instituciones deben exigir:

➔ Rendición de cuentas en casos de abuso policial.

➔ Protocolos estrictos que prioricen la desescalada de violencia.

➔ Evaluaciones periódicas de desempeño con enfoque en trato humano.

Las denuncias por abuso policial deben reducirse no por falta de reportes, sino porque realmente están dejando de ocurrir.

  1. Hacia un Nuevo Modelo Policial:

Asertividad, Prevención y Comunidad, la seguridad efectiva se construye con:

🔹 Policías que vean a la ciudadanía como aliados, no como enemigos.

🔹 Métodos basados en evidencia, no en prejuicios.

🔹 Transparencia y reparación en casos de errores institucionales.

Solo así se romperá el ciclo de desgaste policial, desconfianza social y violencia recurrente.

Un Llamado al Cambio Real

Los policías merecen apoyo, pero la sociedad merece servidores públicos que protejan, no que opriman. La reforma policial no es un lujo, sino una necesidad urgente: un modelo que combine bienestar laboral con responsabilidad social, donde el respeto a los derechos humanos sea la norma, no la excepción.

¿El resultado esperado?

✔ Menos agentes quemados. (bournout)

✔ Menos abusos policiales.

✔ Más confianza ciudadana.

✔ Una seguridad pública que realmente funcione.

La salud mental de los policías es un asunto de derechos humanos. Sin intervenciones integrales que protejan su bienestar emocional y el de sus familias, no solo se fracasa en el deber de cuidar a quienes nos cuidan, sino que se socavan las bases de una sociedad justa y equitativa. La institución policial debe evolucionar hacia un modelo que priorice la prevención sobre el castigo, reconociendo que un agente estable es el primer escalón hacia una seguridad pública respetuosa con la dignidad humana

Asociación de Profesionales en Psicología en Chihuahua A.C.
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