Supermán, superhumano, übermensch

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Opinión por: Luis Andrés Rivera Levarios, vocero de Salvemos Los Cerros de Chihuahua

Todo posicionamiento político es, en el fondo, un posicionamiento moral. Pero esta moral no se forma “naturalmente” ni se transmite mediante dogmas eternos. La ética, los valores, aquello que consideramos “bien” o “mal” se construyen históricamente. Cambian según la cultura, el tiempo y el lugar. En Irán, por ejemplo, el “bien” no es el mismo que en Israel. ¿Cuál de los dos tiene la razón? En ese debate se nos ha ido la vida.

La razón y la verdad se posicionan en la historia por medio de la fuerza. Los vencidos se vuelven los “malos”; los vencedores imponen su ideología como la única válida. Lo bueno y lo malo se convierten en temas de intereses, disfrazados de necesidades culturales, espirituales, económicas o políticas. Decir que no existe una verdad absoluta se vuelve, paradójicamente, una verdad absoluta. Lo único que permanece es el cambio; lo único que perdura es lo que se pierde.

Tales son las características de la edad moderna. No hay asideros firmes: estamos solos frente al vértigo y el vacío. En ese contexto, Friedrich Nietzsche propone la figura del übermensch —el “superhombre”—: un ser humano que elige sus propios valores con autonomía, que se libera de las cadenas impuestas por religiones, sistemas de poder y dogmas que sólo buscan obediencia y control. El übermensch no es un ser perfecto ni invulnerable, sino alguien que se atreve a crear, desde sí mismo, una ética para la vida.

En vísperas del estreno de la nueva película de Supermán, su director ha dicho que el superhéroe no es fuerte por sus poderes físicos o sobrenaturales, sino por los valores que ha elegido y defendido. Esa es la forma en que nos identificamos con los seres que admiramos: por su firmeza y lealtad a sus principios. En tiempos oscuros, se ha dicho bien que los principios son las armas con las que se vence al mal. Son la manera en que evitamos que el mundo nos cambie, incluso cuando no podemos cambiar el mundo.

Por eso quiero dedicar un reconocimiento a Uriel, activista “Superhumano”, quien rescata todo tipo de fauna en aprietos: desde perros y gatos hasta “animales en situación de granja”, como él los llama. Los valores y principios que muestra ante la sociedad son una prefiguración de un mundo donde la explotación y la crueldad han desaparecido. ¿Qué bello sueño, verdad? Pues en acciones cotidianas como la suya, esos sueños comienzan —poquito a poco— a volverse realidad.

Sí, existen intereses muy poderosos en la política y la economía que buscan destruir los ecosistemas y mantener la violencia sobre todos los seres vivos para acumular capital. Pero el simple hecho de que una persona decida ayudar a otro ser vivo, sin pedir nada a cambio, ya es una grieta en ese muro. Tal vez no se derribe con un solo acto de amor, pero sí se siembran los valores con los que, algún día, se podrá hacerlo.

Por eso creo que Uriel encarna la figura del übermensch. Como decía Bertolt Brecht, la más hermosa de las preguntas es la que se formula el oprimido cuando duda de la invencibilidad del opresor. Uriel se plantea esa duda y responde con un acto de elección: elige el amor, elige el cuidado, aunque el mundo entero se oponga. Aunque sea un camino lleno de dificultades, no deja que sus principios se doblen o retrocedan.

¿Se imaginan si como sociedad tuviéramos esa valentía? ¿Si priorizáramos el hacer lo correcto por encima de obedecer órdenes? Quizá las guerras, el hambre y la enfermedad retrocederían ante una nueva era de libertad y respeto. No se trata de copiar un camino, sino de adoptar un método: elegir nuestros propios valores y convertirlos en nuestra súper fuerza, en nuestra visión de rayos láser, en todos los poderes que necesitamos para quitar del camino los obstáculos que impiden la bondad.

Si Uriel puede y lo demuestra cada día… a lo mejor, y sólo a lo mejor —es un supositorio— usted también puede.

P.D. Sobre la liberación animal: esta corriente política no busca únicamente acabar con la crueldad hacia las especies del reino animal, sino construir una relación basada en el respeto y la libertad, donde desaparezcan las violencias estructurales relacionadas con la explotación laboral de la clase trabajadora, el racismo, la discriminación y otras formas de opresión. Esta tendencia se vincula con movimientos anarquistas como el Frente de Liberación Animal (Animal Liberation Front) y el Frente de Liberación de la Tierra (Earth Liberation Front), cuyas acciones, aunque controvertidas, han influido en la conciencia ética contemporánea sobre la vida no humana y la justicia ecológica.