Por: Rosalío Morales Vargas
Avanza el calendario a paso de insurgencia,
un ambiente de lucha
se esparce con vigor de la costa a la montaña.
De las aldeas remotas a las urbes populosas
una compacta red de dignidad se teje
en los telares solidarios de los sueños.
𝘓𝘢𝘴 𝘮𝘢𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘺 𝘮𝘢𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴
𝘋𝘦 𝘪𝘯𝘴𝘶𝘮𝘪𝘴𝘪ó𝘯 𝘱𝘳𝘦𝘴𝘶𝘳𝘰𝘴𝘢
𝘊𝘰𝘯𝘷𝘰𝘤𝘢𝘯 𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘢𝘣𝘢𝘫𝘰
𝘈 𝘭𝘪𝘥𝘪𝘢𝘳 𝘱𝘰𝘳 𝘰𝘵𝘳𝘢 𝘢𝘶𝘳𝘰𝘳𝘢.
Desde el poder de arriba nos desprecian,
rabiosos vociferan los lacayos,
su idioma favorito es el insulto a hurtadillas;
pero a pesar de hirientes voces mercenarias
y el ácido pregón domesticado
la indócil avalancha camina a contraviento.
𝘓𝘢𝘴 𝘩𝘶𝘦𝘴𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘪𝘨𝘯𝘰𝘮𝘪𝘯𝘪𝘢
𝘕𝘰𝘴 𝘢𝘨𝘳𝘢𝘷𝘪𝘢𝘯 𝘺 𝘵𝘳𝘢𝘪𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘯
𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘦𝘯 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘥𝘪𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘳𝘪𝘰
𝘕𝘰 𝘢𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤𝘦 𝘭𝘢 𝘥𝘦𝘳𝘳𝘰𝘵𝘢.
Se envía de paseo al tiempo imperturbable,
a la apacible abulia y al desgano inerte;
se acercan días luminosos
que sintetizan años sosegados;
es desafiada la apatía,
la agitación inflama los ánimos rebeldes.
𝘚𝘦 𝘢𝘮𝘰𝘵𝘪𝘯𝘢𝘯 𝘪𝘯𝘴𝘶𝘳𝘳𝘦𝘤𝘵𝘢𝘴
𝘓𝘢𝘴 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘴𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘵𝘦𝘻 𝘳𝘰𝘫𝘢
𝘝𝘢𝘯 𝘢 𝘳𝘪𝘵𝘮𝘰 𝘭𝘦𝘷𝘢𝘯𝘵𝘪𝘴𝘤𝘰
𝘠 𝘤𝘰𝘯 𝘷𝘰𝘭𝘶𝘯𝘵𝘢𝘥 𝘪𝘯𝘥ó𝘮𝘪𝘵𝘢.
Sin duda alguna hoy dejamos la semilla
en el surco fecundo del decoro
para que vivifique la utopía emancipatoria.
¡A la huelga, a la huelga! es el llamado,
aquí en la barricada, en pie de lucha
construiremos un diáfano futuro.
𝘈𝘲𝘶𝘦𝘭𝘭𝘰𝘴 𝘷𝘪𝘦𝘫𝘰𝘴 𝘢𝘤𝘰𝘳𝘥𝘦𝘴
𝘘𝘶𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘣𝘪𝘯𝘢𝘯 𝘯𝘶𝘦𝘷𝘢𝘴 𝘯𝘰𝘵𝘢𝘴
𝘊𝘰𝘮𝘱𝘰𝘯𝘦𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘢𝘯𝘤𝘪ó𝘯
𝘋𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘵𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘺 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘤𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢.