Mayo de lucha

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Por: Rosalío Morales Vargas

Cuando la insana voracidad de los magnates,
acicateada por el apetito del dinero
amontonado en unas cuantas manos,
y obscenas se acumulan las riquezas;
entonces la revuelta
es un deber moral inclaudicable,
como un relámpago de luz emancipada.

Cuando haya oídos sordos del poder de arriba,
y sean trivializadas las demandas
entre enredos, mentiras y falacias,
nubladas por el humo de promesas incumplidas;
entonces la protesta
es bandera de lucha que tremola
en lo alto del ánimo rebelde.

Cuando el furor por la ganancia odiosa
gobierna los instintos obsesivos
del consumo suntuario de clanes reducidos,
a costa del sudor de muchos parias,
fustigados por el azote del desdén;
entonces levantar el puño es un derecho
de aquellos que soportan desventuras.

Cuando el estrujamiento del trabajo asalariado
construye palacetes para ricos,
magullando los músculos y huesos
de los que nada tienen;
cuando representantes espurios solapados
se venden por migajas deleznables;
es tiempo de tumbarles su trono oropelesco.

Cuando los brazos vigorosos del obrero,
de las mujeres que luchan sin descanso,
de las maestras y maestros que enseñan con su ejemplo,
se alcen persiguiendo un sueño postergado,
cuando exista unidad en el mundo del trabajo,
sin líderes venales ni patrones abusivos,
entonces gritaremos sin ápice de duda:

¡La hora de la liberación está muy cerca!