Por: Rosalío Morales Vargas
Es primavera. Ánimos de lucha
levantan llamaradas que se avivan,
contrariando visiones timoratas,
soplan hoy vientos de los grandes días,
se trazan coordenadas de esperanza
y tremolan los sueños de justicia.
En redoble una huelga que se extienda
de la escuela a las calles encendidas,
opacando presagios deleznables
lanzados desde el odio y la perfidia;
mas un raudal de audacia fermentado
se fecunda en ideas de rebeldía.
Se libra una batalla encarnizada
por los relatos y las narrativas,
se interpela a un mundo enajenado
que esparce abulia, dejadez e intrigas;
pero hay insurrección en las conciencias
y en la pradera prenderá la chispa.
Viene una zarandeada rompedora
de cadenas rampantes y sombrías,
maestras y maestros en combate
se alzan con pasmosas energías;
se enfrentan a serviles cortesanos
aduladores de la oligarquía.
No se sucumbirá al desaliento,
ni habrá fuga al confort y la apatía,
la memoria insurgente halla su cauce
destruyendo engaños y mentiras;
las redes cimentadas desde abajo
se hilvanan al fragor de la utopía.
Sus demandas proceden desde antaño,
su voz de dignidad está teñida,
pues de emancipación son sus pendones,
con el pueblo explotado se organizan,
son presente que mira hacia el futuro,
ni un paso atrás, ahora es la consigna.