Por: Víctor M. Quintana S.
Para muchos medios de comunicación y portales noticiosos locales, el villano favorito e incitador principal de la polarización política es el gobierno de la Cuarta Transformación.
Tal vez nunca se han visto en un espejo.
Basta ver los titulares de los medios más leídos, más escuchados, los más vendidos (en ambos sentidos del término) para constatar que no son las Mañaneras del Pueblo, lo que genera un ambiento de polarización política en el estado de Chihuahua, sino las mañas de algunos medios entre las que destacan_
La presentación sesgada de los hechos. Cuando uno de estos medios cubre algún hecho no se limita a dar cuenta del qué, quién, cómo, cuándo y dónde, sino que lo narra de acuerdo a un marco preconcebido d3 buenos y malos. No nos referimos a las fuerzas del orden y a los delincuentes, sino a los personajes de las diversas trincheras políticas. Si alguien de los “políticos malos” atropella a un peatón, el medio dirá que un inerme peatón fue atropellado a mansalva por un político que seguramente había ingerido muchas copas, aunque no haya pruebas de esto. En cambio, si un político o un integrante del gobierno “bueno” atropella a un peatón, seguramente el medio cabeceará: “Peatón irresponsable y en posible estado de ebriedad se le echa encima al vehículo de fulanito”.
La ausencia del periodismo de investigación: en general, estos medios a sueldo desdeñan la investigación seria y acuciosa para documentar hechos y procesos de la realidad local. Se limitan a cubrir el día a día del acontecer. No le brindan al público un contexto para ubicar y comprender las noticias. Pocas veces acuden a la hemerografía para comparar los hechos y dichos del presente con los hechos y dichos del pasado reciente para descubrir contradicciones y continuidades.
La impunidad de las columnas políticas. Parece que este género periodístico permite golpear al adversario sin ninguna consecuencia. Se ataca sin elementos de prueba, se calumnia, se miente. Con la coartada de que “Trascendió que…” o que “En el ambiente político se dice…”, “se falta a la verdad, se denigra a las personas, se distorsionan los hechos o se les saca de contexto. Además, la columna no va firmada, no hay quien se haga responsable de ella, a quien se le pueda pedir cuentas por lo expresado.
La inexistencia del derecho de réplica: Esto medios se guían por la máxima_ “Periodicazo dado, ni Dios lo quita”. Una vez que se ataca a alguien, con o sin fundamento, en medios impresos, portales o micrófonos, la persona aludida queda prácticamente inerme. Si es que le dan un espacio para réplica, éste será muy precario y siempre estará sujeto a que el medio atacante desvirtúe los argumentos del ofendido con mayores tiempos y espacios.
Las encuestas de opinión a modo: Sin ningún rigor, sin mostrar la vitrina de su metodología, algunos medios presentan “encuestas de opinión” donde obviamente siempre resultan favorecidos los actores políticos que las ordenan y las pagan. Este horno de microondas de la opinión pública resulta tan falso como eficaz para posicionar a los amigos y desposicionar a los adversarios. De estas encuestas a modo se alimentan luego as columnas políticas y las entrevistas. La cadena de mentiras perfecta.
Con estos artilugios periodísticos y otros más se va conformando una opinión pública mal y desinformada, simplista, maniquea, pronta a la descalificación automática de unos y a la alabanza también automática de otros. A los públicos se les trata únicamente como objetos, recipientes pasivos de información, no como sujetos con capacidad de crítica y de análisis.
La lógica de todo este proceder mediático reside en los intereses económicos y de poder. Alguna vez siendo presidente de la República José López Portillo dijo refiriéndose a los medios de comunicación: “No les pago para que me peguen”. Tratándose de muchos medios de comunicación de Chihuahua podríamos parafrasear al ex presidente de triste memoria diciendo: “Les pagan para que peguen”.
Así se construye un ambiente tóxico, dañino a la democracia, al dialogo y al debate público. Una polarización política donde los buenos son los personajes y gobiernos que pagan más a los medios y los malos quienes pagan poco o de plano no pagan. Y lo peor es que esos ataques se financian con el erario, con el dinero del Pueblo. Debe legislarse para impedir estos atropellos aunados a enriquecimientos muy explicables pero nada justificables.