Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
Si se logran los objetivos, la victoria tendrá muchos padres pero si las metas se vuelven inalcanzables, la derrota será huérfana o ¿Alguien querrá asumir el costo del fracaso?
Discusiones bizantinas que son producto de la falta de enfoque en lo que se busca y arrebatos en redacciones fútiles se vuelven cosa cotidiana cuando la pérdida de la objetividad nubla, por motivaciones particulares, la mente y las plumas de escritores en redes generando una inútil confrontación.
Dañina resulta la cruenta lucha por la paternidad de las ideas, propuestas, expresiones y estrategias cuando los logros aún lejos se vislumbran. Si desde los quiénes se enfrenta una controversia, es fácil suponer que los cómos serán combatidos por los propios sin más argumentos que el dilucidar quién lo propuso en primera instancia.
Sun Tzu, en «El arte de la guerra» menciona que
«Solamente aquel que conoce en detalle los males de la guerra, podrá conocer exhaustivamente la manera provechosa de llevarla a cabo».
Y no necesariamente en una cofrontación bélica, las batallas se ganarán cuando se sepa cuándo luchar, cuándo no hacerlo y contra quien.
¿Pelear por la paternidad de las propuestas? Bastante bizarro.