Por: Profr. Pável Raúl Vázquez Sosa
Cuando comenzamos a leer la realidad y reconocemos las violencias que nos atraviesan, sentimos rabia, frustración e impotencia. Es fácil entender por qué: el mundo no es como quisiéramos que fuera.
Paulo Freire entendía que, además de desear un cambio, es necesario crear las condiciones materiales, políticas y organizativas para hacerlo posible.
A esto, Freire lo llamaba “inédito viable”: transformaciones sociales que aún no existen, pero que pueden llegar a ser realidad mediante la praxis colectiva y la organización crítica. No puedo cambiar una ley injusta de inmediato, pero sí puedo nombrarla como tal, cuestionar a quién beneficia y cómo, explicarle a mis compañeros por qué es injusta y, mediante la organización, tomar acciones para visibilizar esa injusticia. Puedo convencer a otros hasta que nuestra voz sea escuchada y, con la fuerza y organización necesarias, lograr cambios que permitan una ley más justa.
Para lograr la abrogación de la Ley del ISSSTE de 2007, se necesita mucho más que el simple deseo de eliminarla. Hace falta más que acciones espontáneas y desarticuladas del magisterio—lo que Freire llamaría “voluntarismo”—, como pensar: “Tomo el sindicato y ellos lucharán por mí”, “Paro indefinido y en algún momento el gobierno cederá”, o “Si todos le decimos a los diputados lo que queremos, seguro harán caso”. Ojalá fuera así de simple. Pero dispersar energía en protestas aisladas, sin una estrategia a largo plazo, solo genera frustración y desgaste sin resultados concretos.
¿Se puede abrogar la Ley del ISSSTE? Sí, pero para lograrlo se requieren varias condiciones: que el Estado mexicano se vea obligado a administrar los recursos económicos necesarios, que cobre las cuotas adeudadas al ISSSTE por los gobiernos estatales y, sobre todo, tenga la voluntad de hacerlo. Y si esa voluntad no existe, los maestros deben presionar hasta forzarla.
Aunque muchos estén en contra de esta ley, solo una organización nacional fuerte, con capacidad de negociación y presión sobre el Estado, podrá generar las condiciones necesarias para que su derogación deje de ser solo un deseo y se convierta en una posibilidad real.
Eso es lo que somos en la Red de Defensa Magisterial: el inédito viable, maestros haciendo práxis.