No es una guerra

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Por: Profr. José Luis Fernández Madrid

Entre los distintos conglomerados existen naturales desacuerdos, lógicas desaveniencias o bien, puntos de vista encontrados; es parte de convivir en ambientes democráticos y de libre participación, a nadie debe asustar esa dinámica, más bien lo que daría pánico es caer en el autoritarismo, en la coacción o en la censura.

Transitar por senderos de la discrepancia es reconocernos diferentes para, en esa diferencia, aportar valiosas opiniones que procuren la mejora de los procedimientos, de las acciones o estrategias que buscan un mismo fin.

Cuando la meta es la compartida la tarea es buscar la comunión y no la bifurcación de los caminos, pues éstos invariablemte conducen a lugares distintos.

Indudablemente que dentro de cualquier organización coexisten mezquinos intereses que, mezclados con las buenas intenciones, convierten a muchas acciones en caldo de cultivo para resarcir agravios personales, cobrar venganzas o revivir revanchismos, pero el hecho de que se presenten no justifica a sus actores y ejecutores sino que los evidencia y con ello la invitación a discernir sobre dicho actuar.

Los objetivos, cuando se visualizan, detectan o identifican, son muy claros, como clara es la necesidad de no perderlos de vista aún con los distintos elementos que se entrelacen.

Porque no, no veo enemigos ni rivales por ningún lado, lo que observo son conceptualizaciones, visiones y filosofías divergentes; también lo que sí veo son carencias, urgencias y necesidades apremiantes que abatir, sin que tenga que existir una guerra de por medio, con el diálogo y los compromisos por delante para lograrlo.