Este portal informativo recibió un nuevo testimonio de denuncia, el tercero en lo que va de semana, de otra estudiante que se vio obligada a renunciar a su sueño de estudiar y ser egresada de la Normal Rural «Ricardo Flores Magón» de Saucillo. La estudiante, la cual padece escoliosis, califica su experiencia de «trauma», denuncia intimidación, «gritos», «abuso», «represión» y compañeras con convulsiones. Relata que llegó a ser parte del Comité de Orientación Política e Ideológica COPI, intentó cambiar las cosas, pero finalmente recibió amenazas para que renunciara. Además, alude que por parte de otras estudiantes se les hacía firmar documentos con el nombre de la exdirectora, pero sin firma de la misma.
A continuación la relatoría-denuncia íntegra:
«Por medio de la presente me dirijo ante las autoridades educativas a cerca del hito que es estar en Normal Saucillo “Ricardo Flores Magón”. Viví una de las experiencias más desagradables y traumáticas en esa institución. Todo empezó el día 10 de agosto del 2024 en la cual se nos “impartiría” un curso de inducción, aproximadamente a las 12:48 de la madrugada se nos despertó con el sonido que producían al azotar la puerta metálica con un palo, y nos quitaron todas nuestras pertenencias a excepción del shampoo y jabón nos mantuvieron en pie sin apoyarnos en la pared durante aproximadamente 4 horas, si en algún momento descansábamos, era SANCION. Todo lo que diré a continuación es en un tiempo indeterminado ya que no se nos permitía ver la hora.
El aire acondicionado estaba apagado, con las ventanas cerradas, dormir ahí era muy desagradable ya que los malos olores se quedaban adentro porque no se nos permitía bañarnos, y cuando si podíamos, se nos daban 5 minutos para que aproximadamente las 34 niñas en el dormitorio nos bañáramos, 4 en cada regadera para alcanzar, los espejos se tapaban, era sanción si llegábamos a vernos, en mi caso con escoliosis y otras niñas con discapacidades hacíamos trabajos extenuantes (cargábamos garrafones y bolsas de basura grandes), solo nos sentábamos 30 minutos por día, teníamos que cargar cosas pesadas y al momento de quitar hierba o cualquier otra actividad que implicara estar agachada no se nos permitía doblar las rodillas, si lo hacíamos era sanción, teníamos que ir acompañadas al baño, no podíamos estar solas en ningún momento, dormíamos muy muy poco, por lo cual en las actividades o pláticas de profesores era inevitables quedarnos dormidas, y por supuesto era sanción si lo hacíamos, no podíamos tomar agua en todo el día hasta la noche. La comida era escasa y las bebidas tenían edulcorantes el cual nos provocaba un grado más de deshidratación.
Mis dolores de cabeza ya eran diarios, me dolía la columna y mi estrés por sentirme sin libertad, acechada y en incertidumbre me provocaba una ansiedad terrible, al 6to día no pude más y caí rendida en enfermería, dure todo el día ahí.
Más atrás dije que no dormíamos, y no lo hacíamos porque en las noches teníamos círculos de estudios de COPI (Comité de Orientación Política e Ideológica), en donde no podíamos voltear a ver a las demás academias, se nos gritaba en el oído, hacían ruidos demasiado pero demasiado fuertes que los oídos dolían, los compañeros del sur eran mucho más agresivos y tampoco podíamos mirarlos a los ojos, nos tenían con la cabeza agachada, y en caso de que hubiera muchas niñas que se quedaban dormidas, se nos mantenía en pie con la cabeza abajo y escribiendo.
Todos los días lloraba, estaba preocupada al punto que mi digestión se complicó y no podía hacer del baño. Vi como una compañera azoto contra el pavimento 2 veces por la deshidratación y los ejercicios extenuantes, porque claro, teníamos que pagar las sanciones con cantidad elevada de sentadillas, abdominales y planchas, desde ahí empezó a tener convulsiones, otra compañera se desmayó, le hablaron a la doctora y aun así no reaccionaba, tuvo que venir la ambulancia por ella y llevarla al hospital regional de Delicias. Con suerte pase la inducción con la esperanza de que esto solo fuera una prueba para ver si podíamos ser parte de normal saucillo pero por lo visto no.
Por fin me sentía parte aunque COPI siempre nos decía que no éramos nadie y tampoco parte de la institución, incluso fui representante de COPI y me sentía a gusto, hasta que vi que nada iba a cambiar, los maltratos seguían, los gritos, los abusos y la represión, el miedo era constante dentro de normal saucillo, se nos sacaba de nuestro horario de clases para hacer servicio, lo cual violaba nuestro derecho a la educación. Yo al ver tal grado de abusos, me di a la tarea de alzar la voz, muchas niñas vinimos con un sueño, con una meta por cumplir, pero este no se nos concedió, porque es totalmente inhumano el cómo nos trataban, era realmente humillante.
Mi caso es diferente a los distintos, porque yo trate de hacer un cambio estructural en la organización interna a lo que no llamaría una escuela, sino una cárcel en donde se nos condiciona a comportarnos de cierta forma y si no, eres una charra, aparte que se tomaron atribuciones que no les correspondía, al decir que yo tenía dinero y no merecía estar en esa institución, lo cual es falso, porque yo no tengo dinero para pagarme una carrera universitaria. El día 11 de septiembre de 2024 a las 11:00pm se me cito a un salón por parte de COPI y consejo estudiantil, donde tenía que firmar una dada de baja, lo cual me pareció absurdo, porque en ese documento venía el nombre de la directora pero no su firma, a lo cual me negué rotundamente, estas mujeres se empezaron a comportar de una forma tan prepotente que no me dejaron salir hasta revisar mi teléfono, yo no me puse al tú por tú por que como yo iba a poder con 10 tipas que tienen ínfulas de grandeza y poderío cuando no son nadie, son alumnas que me amenazaron que tenía que irme porque si no lo hacía iba a pagar las consecuencias cuando yo solamente trate de abrirles los ojos a las demás niñas y unirnos para quejarnos a cerca de los abusos y humillaciones de las demás academias. Al día siguiente me retire, triste e impotente al ver cómo me deje tratar por ser parte de la Normal Rural de Saucillo, alzo mi voz ahorita por las compañeras que están adentro y no pueden hacerlo.»