miércoles, enero 15, 2025
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Los Ángeles

Por: Rosalío Morales Vargas

No cesa el viento. Lanza su marea
de fuego estimulada por la incuria.
Un furor ígneo embiste en aluviones
de incandescentes lenguas avivadas
por rachas de arrogancia y brotes de codicia.

Se activó el fuelle de la fragua de Vulcano
en la ribera suroeste
del mastodonte en decadencia.
No sólo es la naturaleza expidiendo su factura,
es la avaricia en torbellinos,
es la avidez descomunal por el negocio
de invadir áreas que custodian aire y flora
y son hogar de encinos y palmeras.

Son la ambición y desmesura por el lucro
los sórdidos heraldos del desastre;
el desenfreno por riquezas depredantes
inflama el pensamiento y conduce a los abismos.
Los incendios atracan en el muelle perturbado
de la rapacidad y la estulticia,
trasmutando en ceniza los navíos
que transportan corduras colectivas.

Los lujos insultantes de unos pocos
son fuente de carencia de millones;
pero ni el oro, ni la fama ni el poder
libra a los ricos de las candelas encendidas
que propició el pillaje y el despojo.

La furia inusitada de Eolo la combaten
los brazos solidarios alzados desde abajo;
de los siempre humillados y excluidos,
las víctimas de las borrascas de odio
y ráfagas de xenofobia y de racismo.

Habrán de renacer poderosas energías
para poner freno al saqueo turbulento,
e impedir que pavesas del infierno
prendan apocalípticas hogueras
y evaporen la vida en el planeta.
Arrebatos coléricos queman a la tierra
¡ es hora de salvarla y de salvarnos!

Por: Rosalío Morales Vargas

No cesa el viento. Lanza su marea
de fuego estimulada por la incuria.
Un furor ígneo embiste en aluviones
de incandescentes lenguas avivadas
por rachas de arrogancia y brotes de codicia.

Se activó el fuelle de la fragua de Vulcano
en la ribera suroeste
del mastodonte en decadencia.
No sólo es la naturaleza expidiendo su factura,
es la avaricia en torbellinos,
es la avidez descomunal por el negocio
de invadir áreas que custodian aire y flora
y son hogar de encinos y palmeras.

Son la ambición y desmesura por el lucro
los sórdidos heraldos del desastre;
el desenfreno por riquezas depredantes
inflama el pensamiento y conduce a los abismos.
Los incendios atracan en el muelle perturbado
de la rapacidad y la estulticia,
trasmutando en ceniza los navíos
que transportan corduras colectivas.

Los lujos insultantes de unos pocos
son fuente de carencia de millones;
pero ni el oro, ni la fama ni el poder
libra a los ricos de las candelas encendidas
que propició el pillaje y el despojo.

La furia inusitada de Eolo la combaten
los brazos solidarios alzados desde abajo;
de los siempre humillados y excluidos,
las víctimas de las borrascas de odio
y ráfagas de xenofobia y de racismo.

Habrán de renacer poderosas energías
para poner freno al saqueo turbulento,
e impedir que pavesas del infierno
prendan apocalípticas hogueras
y evaporen la vida en el planeta.
Arrebatos coléricos queman a la tierra
¡ es hora de salvarla y de salvarnos!

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