El pirata del Caribe

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Por: Víctor M. Quintana S.

La sobreactuación de Johnny Depp como el Capitán Sparrow en la saga cinematográfica “Piratas del Caribe”, se queda chiquita ante las acciones reales de su paisano Donald Trump en el Caribe y en todo el continente americano.

En un excelente análisis de donde esta entrega toma su título, publicado en Le Monde Diplomatique de enero de 2026, Christophe Ventura disecciona las acciones de Donald Trump contra diversos países latinoamericanos, el objetivo que persiguen, así como el avance de la derecha subordinada en varios países de la región.

Las ofensiva reciente de Trump contra varios países del área comprende entre otras acciones las siguientes: chantaje sobre el electorado argentino para que apoye a Milei en las elecciones legislativas so pena de no auxiliarlo económicamente; chantaje sobre el electorado de Honduras de suspender el envío de remesas de hondureños en Estados Unidos si no eligen a su amigo el ultraderechista Nasry Asfura y dejan de votar por el candidato de la presidenta Xiomara Castro que puso en cuestión la base aérea norteamericana de Soto Cano en suelo hondureño.

Desde septiembre de este año Trump ha concentrado en el Caribe, la más grande flota naval en la región desde la crisis de los misiles en Cuba en 1962. Este aparato bélico al 29 de diciembre ha bombardeado y hundido 29 lanchas y confiscado tres barcos petroleros venezolanos, con el pretexto de que transportaban droga, causando la muerte de al menos 108 personas, lo que ha valido que el Alto Comisionado de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas las califique como “ejecuciones extrajudiciales”.

Al mismo tiempo Trump ha amenazado y atacado de diversas formas a Venezuela y al régimen del Presidente Nicolás Maduro: le ha aplicado sanciones económicas, financieras, ha establecido un bloqueo marítimo contra las exportaciones petroleras venezolanas, principal fuente de divisas del país ha autorizado acciones encubiertas a la CIA para preparar eventuales intervenciones en territorio venezolano y ha desplegado una intensiva campaña mediática de tintes claramente golpistas contra Maduro.

Hasta ahora, aunque algunos mandatarios latinoamericanos han condenado la ofensiva norteamericana contra Venezuela, (Petro, Lula, Claudia Sheinbaum), lo han hecho con cautela, tratando de evitar el revire de Trump que puede venir por dos vías: establecimiento de aranceles a sus exportaciones y acciones intervencionistas con el pretexto de atacar al narcoterrorismo en esos países.

Los objetivos de Trump y de los Estados Unidos   con todas estas acciones se explican bien en el documento sobre la Estrategia de Seguridad Nacional publicado por la Casa Blanca el  pasado 5 de diciembre: “…restaurar la preeminencia (norte) americana en el hemisferio occidental y proteger (su) territorio nacional y el acceso a zonas geográficas clave de otras fuerzas amenazantes y poseer y controlar activos estratégicos vitales para los Estados Unidos  en nuestro hemisferio…hidrocarburos, materias primas, productos agrícolas, infraestructuras para fortalecer las cadenas de suministro y aumentará la resiliencia económica norteamericana”.

Dicho de otra manera, lo que Estados Unidos pretende es restaurar su dominación sobre el continente; rechazar la creciente influencia china, someter la región a las prioridades definidas por la Casa Blanca. A todo esto, se le llama “El Corolario Trump” de la Doctrina Monroe. Una actualización al siglo XXI del “América para los Americanos” del siglo XIX.

Desgraciadamente hay un creciente número de gobiernos de derecha en Latinoamérica que están aceptando el vasallaje a Washington: Bukele, de El Salvador, Milei, de Argentina, Noboa, de Ecuador, Paz, de Bolivia, Mulino, de Panamá, Peña, de Paraguay y próximamente, Asfura de Honduras y Kast de Chile, por sólo nombrar algunos. Y Trump continuará sus planes intervencionistas para que las elecciones de 2027 en Brasil y Colombia sean favorables a sus objetivos de dominación amenazando con el espantajo del comunismo para que gane la extrema derecha.

Hay que gritarlo, que no nos impongan el silencio.