Por: Mtra. Sumiko Ortiz
De niña me gustaban los cuentos. Como a todas, me encantaba oír sobre la Cenicienta, Blancanieves y la Bella Durmiente. Me gustaban las versiones infantiles de los cuentos de los Hermanos Grimm, que más tarde aprendí, no son cuentos infantiles en sus versiones originales. Son cuentos retorcidos, con personajes cuyas mentes se pierden en los laberintos de la demencia y cuyos actos responden a una malicia que resulta difícil de comprender, hasta para un adulto.
En los últimos días, mi mente me está dando pistas de que vivo en un cuento de los Hermanos Grimm. Estoy recluida en la torre de un castillo donde se tiene la intención de no dejarme salir y en espera de que un caballeresco sindicato venga a liberarme. Solo que el sindicato es como el gato que hizo amistad con el ratón: mientras dice que anda ocupado, solo se está comiendo el queso y yo parezco estarme quedando sin nada. A la Cenicienta le quisieron negar su asistencia al baile; ¿será que me niegan la asistencia a esa maravillosa posada en la que nos darán 2 deliciosos tamales y una soda? A estas alturas, con la madrastra que encabeza a Servicios Educativos del Estado de Chihuahua y las hermanastras, una en jurídico y otra en administración, es difícil saber qué clase de abuso estén tramando ahora.
En Rumpelstiltskin, la hija del molinero es encerrada en un cuarto lleno de paja que debe convertir en oro o será desterrada. Un enanillo saltarín le ofrece ayuda a cambio de un collar, un anillo y hasta su primer hijo. Cuando es hora de llevarse al pequeño, la muchacha suplica y recibe una oportunidad: Debe adivinar el nombre del duende en 3 días o entregar a su hijo.
A mí, me pide el duende saltarín que no publique nada. A cambio me prometen ayuda, pero a diferencia de Rumpelstiltskin, no han cumplido y solamente me han quitado la joya más valiosa que es mi tiempo. Una y otra vez.
Y heme aquí, como Rapunzel, con mi melena al viento, esperando a que un príncipe trepe y me rescate, pero mi príncipe es un Rumpelstiltskin que pide la joya de mi tiempo sin dar nada a cambio. Espero pronto cambiar de cuento. Se acerca la navidad a pasos agigantados y yo anhelo saltar de esta mezcla de cuentos a una aldea navideña donde el gordito de rojo sí hace realidad los sueños. El mío, prometo, no es tan caro.
Querido Santa:
He sido una niña buena este año y solamente quiero pedirte una cosa: Justicia para todas las víctimas de todas las arbitrariedades y abuso de podere ejercidos por parte de las autoridades de SEECH. Y aunque este cuento no es de los Hermanos Grimm, como diría la Reina de Corazones, “Que les corten la cabeza”!!!
Gobernadora del Estado de Chihuahua, María Eugenia Campos esto es un grito de auxilio ante las arbitrariedades que se viven en la Institución.
Atentamente
Mtra. Sumiko Ortiz



