Por: Profr. José Luis Fernández Madrid
El siempre adecuado llamado a pre inscribir a niños, niñas, adolescentes y jóvenes en estas fechas sigue siendo un suplicio y época de zozobra para muchos colectivos escolares de educación básica.
No obstante las estrategias de comunicación de información invitando a los padres y madres de familia para registrar a sus menores, coexisten circunstancias que hacen imposible tener una matrícula que satisfaga los requerimientos administrativos para conservar grupos, escuelas y maestros y maestras.
Deade cuestiones demográgicas, envejecimiento de zonas o barrios, una nueva cultura neonatal o bien migración interna en las colonias, se convierten en motivo de preocupación por alcanzar las metas de alumnos y alumnas previamente establecidas y exigidas.
Continuar tomando la preinscripción como base para definir apertura o cierre de grupos, desde tiempo atrás, ha sido visualizar una realidad distorsionada, por un lado, y por otro, significa dejar de reconocer lo multifactorialidad en perjuicio de las instituciones educativas y sus integrantes.
Si en un jardín de niños, por ejemplo, se preinscribieran 10 niños, estos infantes merecen ser atendidos así, aunque sea en grupos reducidos para garantizarles una formación más personalizada, si de cualquier forma el «recurso» como le llaman, ya está ahí y se le paga por sus profesionales servicios ¿Para qué exigir que tengan un mínimo de 25?
En el caso de primarias, querer sostener matriculados a 35 estudiantes por grupo suena más a preferir la cantidad que la calidad educativa. Y en los turnos vespertinos esta determinación prácticamente condena a grupos a su fenecimiento.
En secundaria, demasiados alumnos es de por sí un reto harto complicado de atender por la naturaleza de su edad, sus cambios físicos y emocionales y todo lo que conlleva la adolescencia.
Lo anterior, sin contar que fundamentarse solo en números es una apuesta temeraria ya que atrás de ellos existen personas con alguna barrera del aprendizaje o con alguna discapacidad. ¿Eso se toma en cuenta para definir los estudiantes a atender?
Garantizar el derecho a la educación es hasta constitucional, la propia Nueva Escuela Mexicana explica las formas en que ésta se debe ofrecer.
Respetar los grupos y evitar su cierre no solo implica valorar y dignificar la labor docente sino que propicia una mayor y mejor atención.
¿Pedir que se respeten grupos pequeños, que no se cierren grupos o escuelas es predicar en el desierto? Fuere cual fuere la respuesta, hay que seguirlo haciendo porque se hace por el bien de los docentes, personal de apoyo y asistencia a la educación y por supuesto, primordialmente por los estudiantes.