Opinion por: Diputado Alfredo Chávez
En México, hay mujeres que cargan libros en una mano y a sus hijos en la otra. Mujeres que estudian, trabajan y cuidan, pero que todavía se enfrentan a universidades que no siempre las miran con empatía.
De ahí nacen dos iniciativas impulsadas desde Chihuahua: reformas a la Ley General de Educación Superior que buscan algo muy sencillo, pero profundamente justo —que las madres universitarias puedan estudiar sin ser juzgadas, y que todas las universidades del país cuenten con espacios dignos para cuidar y ser cuidadas.
La primera iniciativa busca garantizar que las instituciones ofrezcan esquemas académicos flexibles y acompañamiento para que ninguna mujer tenga que elegir entre ser mamá o seguir estudiando. La segunda propone que se establezca como obligación contar con lactarios en todos los planteles y con protocolos reales contra la violencia de género, para que los campus sean lugares seguros, humanos y respetuosos.
Estas reformas no nacen de un escritorio: nacen de una realidad que el país ya no puede ignorar. Porque cuando una mujer abandona la escuela por falta de apoyo, no solo pierde ella: pierde una familia, una generación y una oportunidad de futuro.
Desde Acción Nacional impulsamos una agenda humanista que defiende la vida, la dignidad y la familia no como discurso conservador, sino como la base para construir paz social. Trabajar por las mujeres no es un gesto político, es una necesidad profunda: ellas son la columna vertebral de los hogares, las que sostienen la vida cotidiana y, muchas veces, el futuro de su entorno y su gente.
En Chihuahua, más del 35% de los hogares son encabezados por madres, lo que confirma que apoyar a las mujeres es fortalecer a las familias y consolidar la estabilidad social. Si el Estado no acompaña su esfuerzo, limita el desarrollo de todos.
Desde Chihuahua impulsamos una educación que acompañe la vida, no que la complique. Una educación que entienda que el conocimiento también se nutre con empatía.
Que existan lactarios, protocolos y leyes que cuiden no es un favor: es el reflejo de una sociedad que está madurando. Y si empezamos a construir universidades que cuiden, estaremos formando también un país que sepa hacerlo.