Denuncia maestra despido injustificado en Parral «víctima de acoso, de hostigamiento y de abuso de poder por parte de mis superiores»; pide su reinstalación

0

El día de hoy la maestra Rocío del Carmen Orpinel se acercó a la toma de las instalaciones de la Coordinación Región Sur de la Sección 42 del SNTE en Parral e hizo pública la situación por la que está pasando. Denunció haber sido despedida injustificadamente con base a actas administrativas presuntamente levantadas «con dolo, falsedad y mala fe» y declaró haber sido «víctima de acoso, de hostigamiento y de abuso de poder por parte de mis superiores».

La maestra asistió hoy a la toma que mantienen integrantes de la Asamblea Magisterial Parral y compartió el siguiente posicionamiento solicitando la intervención de las autoridades y la reinstalación en su plaza:

«Hoy me veo en la necesidad de dar a conocer públicamente una situación que ha marcado mi vida laboral y personal, porque se me han violado mis derechos humanos, mi derecho al trabajo digno y a continuar con una trayectoria de más de ocho años sirviendo como maestra en el sector educativo.

Mi vocación es ser docente. Siempre he trabajado con entusiasmo, dedicación y amor por la enseñanza. Lo que más me importa es formar a niñas y niños que se conviertan en ciudadanos responsables y líderes del mañana. Enseñar no es solo mi trabajo, es mi pasión y mi compromiso con la sociedad.

Sin embargo, en lugar de recibir el respeto y el reconocimiento a mi esfuerzo, fui víctima de acoso, de hostigamiento y de abuso de poder por parte de mis superiores.

Quiero narrar brevemente lo sucedido:

En el ciclo 2024 trabajé en dos instituciones. Por un lado, en la Escuela Primaria Federal «Ignacio Manuel Altamirano», clave 08DPR1382T, en Ciudad Juárez, bajo la dirección del profesor Ramón Díaz Carreras. Por otro lado, también desempeñaba mis labores en la Escuela Estatal de Educación Especial USAER 7603, clave 08FUA00651, bajo la dirección del maestro Irving Alejandro Aguirre Arias.

En la primaria, por los horarios, llegaba a la 1:10, 1:15 o 1:20 de la tarde, con acuerdo verbal del director, quien me permitió ese margen siempre que no excediera de la 1:30. Yo cumplía y firmaba mi entrada conforme a sus instrucciones. Sin embargo, ese mismo acuerdo fue utilizado en mi contra: el director manipuló los registros y levantó actas administrativas, que después se usaron como pretexto para cesarme.

En la escuela estatal de educación especial, el profesor Irving Alejandro Aguirre Arias actuó de forma hostil hacia mi persona: me asignaba proyectos en escuelas lejanas, me relegaba de actividades, me excluía de reuniones y utilizaba su cargo para hostigarme, todo porque yo dejé en claro que mi relación con él era únicamente laboral. Su rechazo a aceptar eso derivó en un trato discriminatorio y violento hacia mí.

Ambos directores, que además se conocían y se frecuentaban, coincidieron en señalarme, difamarme y unirse en mi contra. Lo que comenzó como acuerdos de horarios se convirtió en un expediente lleno de actas injustificadas, notas de extrañamiento y un despido que no tiene fundamento legal.

Quiero enfatizar que las actas administrativas no son causa de despido justificado, y mucho menos cuando se levantan con dolo, falsedad y mala fe. Aquí no hubo un tema de rendimiento académico, de incumplimiento real o de quejas de los alumnos. Al contrario: siempre tuve el apoyo de los padres de familia y de los estudiantes, quienes reconocen mi labor.

Lo que sí hubo fue un patrón claro de acoso laboral, de represalias y de violencia de género en mi contra, por no ceder a presiones y pretensiones indebidas. Se violaron mis derechos humanos, se violentó mi vida laboral, se dañó mi trayectoria y hoy me encuentro desempleada por causas completamente ajenas a mi desempeño docente.

Hoy hago un llamado a las autoridades educativas, tanto federales como estatales, y especialmente a los organismos de derechos humanos, para que se investiguen estos hechos y se me restituya en el cargo que por vocación y méritos me corresponde.

Yo no estoy aquí por venganza ni por protagonismo. Estoy aquí porque quiero regresar a las aulas, porque mi vida es enseñar, porque me niego a permitir que se normalicen el acoso y la impunidad en el sector educativo.

Lo único que pido es justicia. Justicia para mí, pero también para que ninguna otra maestra o maestro vuelva a
pasar por lo mismo.

Agradezco profundamente el apoyo de los padres de familia, de mis alumnos y de la comunidad que me ha respaldado. Ellos saben que mi compromiso siempre ha sido con la educación y con la niñez.

Hoy reitero mi lucha: quiero recuperar mi empleo, quiero volver a dar clases, y quiero que se respeten mis derechos humanos y laborales.»