Con un llamado a romper con la educación acartonada que se limita a repetir contenidos y sin trascendencia real en la vida de los estudiantes, el doctor Rodrigo López Zavala, subsecretario de Educación Media Superior y Superior de Sinaloa y profesor titular de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UAS, compartió diez claves para una educación innovadora que cambia la vida en las aulas, durante su conferencia magistral “Formación de docentes para la innovación educativa en México. Desafíos del normalismo”, en el marco del VIII Congreso Nacional de Investigación sobre Educación Normal.
En su intervención, López Zavala aclaró que innovar no necesariamente significa crear algo nuevo, sino más bien realizar un rompimiento con estructuras rígidas que han limitado la formación de estudiantes y docentes. “La innovación se construye en la práctica, en el aula, en la comunidad, en el laboratorio, no en decretos ni en reformas que se escriben en papel”, enfatizó.
El académico sinaloense precisó que el gran desafío de las escuelas normales es comprender que la formación de docentes no solo prepara para enseñar, sino también para la vida social y comunitaria, para entender el mundo contemporáneo y generar ciudadanos críticos. “Debemos dejar de reducir la mirada a la enseñanza como transmisión de saberes y reconocer que formamos personas para la docencia y para la vida”, apuntó.
Durante su exposición, propuso mirar la profesión docente desde una triada: concepto, trayecto y diario. Explicó que los maestros deben tener claro el concepto de la docencia, vivir con congruencia el trayecto profesional y ejercer en el día a día prácticas que reflejen ese ideario. En este sentido, insistió en que la relación educativa cotidiana debe estar a la altura del horizonte pedagógico que se plantea.
El doctor López Zavala enumeró su primer principio innovador: el método de proyectos, que conecta las disciplinas académicas entre sí y las vincula con la comunidad. “No basta enseñar materias de manera aislada; los proyectos deben llevar a los estudiantes a resolver problemas reales en sus entornos, junto con sus profesores”, señaló.
El segundo principio fue la triada de comprender, memorizar y practicar. Explicó que no basta con dominar datos, sino comprenderlos en su contexto social, memorizarlos de forma significativa y llevarlos a la práctica mediante la discusión, la escritura y el análisis crítico en la vida cotidiana.
En tercer lugar, sostuvo que la innovación debe educar en la razón y en los sentimientos, integrando la inteligencia racional con la emocional para que los estudiantes puedan enfrentar con éxito los retos de la vida. Agregó como cuarto principio la necesidad de escuelas democráticas que fomenten la deliberación y la discusión abierta de ideas, en lugar de limitarse a prácticas mecánicas de votación o a la obediencia ciega.
Como quinto y sexto principios destacó el diálogo como valor intelectual y ético, y la ruptura con el “decreto de saberes”, es decir, abandonar el modelo donde el profesor dicta verdades incuestionables que el alumno solo memoriza para el examen. “La escuela innovadora estimula la diferencia, provoca preguntas incómodas y prepara al docente para el debate constante”, señaló.
Un séptimo eje fue el reconocimiento de la diversidad en las aulas, lo que implica diseñar rutas diferenciadas de enseñanza que atiendan las capacidades de todos los alumnos, no solo los considerados “avispados” o “lentos”. El octavo consistió en la educación gradual y sistemática bajo el principio de “educar todo a todos”, garantizando acceso equitativo a todos los niveles educativos.
El noveno principio se centró en entender que la innovación no se decreta desde la política pública, sino que surge del trabajo cotidiano en las aulas, laboratorios, campos agrícolas o talleres, donde se construye conocimiento vivo y situado.
Finalmente, López Zavala cerró con la décima clave: una educación humanista que promueva la razón, las emociones y los valores universales. “La educación humanista es innovadora porque rompe con la enseñanza escolástica que forma adultos desquiciados en una sociedad desquiciada. Urge volver a poner al ser humano en el centro del aprendizaje”, afirmó.