Por: Dra. Nicté Ortiz
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Este 10 de julio, el cielo nocturno celebró una luna llena especial: la llamada Luna de Ciervo visible después del atardecer. Apareció ante mis ojos y me hizo reflexionar sobre tantas interpretaciones que tenemos de la luna, desde “pedir la luna” hasta “estar en la luna” o “ser un lunático”. Este fenómeno de plenilunio que he podido observar, coincidió con el afelio terrestre —el momento en que la Tierra está más alejada del Sol— ofreciendo un disco lunar particularmente bajo en el horizonte, de brillo dorado y aparente tamaño mayor. Durante todo el año observamos aproximadamente 12 lunas llenas, una por cada ciclo lunar. De estas, la del 9 de agosto será especialmente vistosa: la “Luna del Esturión”. Debido a su proximidad a la Tierra se verá más luminosa y cercana al horizonte.
Desde tiempos antiguos, la literatura y el arte han presentado la luna llena como símbolo de inestabilidad emocional y despedida, como refleja Julieta: una luz cambiante y traicionera que anuncia amores efímeros.
También ha sido vista como presagio de transformación dolorosa. En algunas narraciones, la luna llena convoca desapariciones y desbordes interiores, como en los mitos del hombre lobo, Drácula o las tragedias que anticipan el final del amor. La luna del recuerdo, evocada por García Lorca, aparece como una herida abierta, un testigo melancólico del amor que se va, de lo que no se dijo y de lo que ya no será.
Pero la luna llena también ha sido símbolo de cosecha, plenitud y manifestación de intenciones, momento de abundancia, conexión espiritual y personal en muchas tradiciones antiguas. Sor Juana Inés de la Cruz han interpretado la luna como espejo del pensamiento consciente, revelación espiritual que ilumina el alma en la noche más oscura.
Además, en el arte y la poesía romántica, la luna aparece como símbolo del amor sereno y duradero, una presencia lírica y contemplativa que une lo humano con lo sublime, de los que aunque lejos observan la misma luna.
Tantos ojos se han puesto en la luna que hemos visto muchas caras de ella, pues se transforma desde el novilunio hasta llenarse entera. Su potencial para transformarse, su capacidad de mostrar lo escondido, su fuerza como símbolo femenino y su belleza que trasciende lo cotidiano la hacen mágica y presente en las historias de todos o ¿tú no tienes algo que contar sobre la luna?
Si todavía no. Sal esta noche, mira hacia arriba, observa la luna llena y siéntete conectado con ella. Reconoce su luz. Somos parte de un universo inmenso a veces oscuro y otras iluminado, pero no siempre es fácil apreciar el brillo si no se tienen momentos de oscuridad o ¿cuál es tu punto de vista?