Gaza: los cercos del hambre

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Por: Rosalío Morales Vargas

Se encuentran bajo asedio
en las filas del hambre, apeñuscados
durante horas esperando un pan,
o una sopa aguada
para llenar sus raídas cacerolas;
sus cuerpecitos desnutridos, macilentos,
soportan los embates del escarnio:
son las niñas y niños palestinos.

Se opacaron sus risas,
los ojos tristes, vagas las miradas,
el miedo brota en cada poro,
se enhebra entre las calles el hilo de la muerte.
La canalla sionista enfebrecida
dispara dardos de odio sin piedad a los infantes,
formados en hileras insomnes, prisioneras
en los garfios de hierro de la infamia.

Lapidado su hogar,
arrasada la tierra
que en otro tiempo floreció con sus abuelos,
hoy sólo escombros y cenizas quedan.
La ocupación ha sido perversa y sanguinaria,
la furia de las hienas
trafica con la hambruna y el dolor,
cubre su desvergüenza con mantos farisaicos.

Pero una decisión de rebeldía y resistencia
cual ascua brilla en la sordidez de las tinieblas,
anida en los cerebros, camina hacia la aurora,
moldea en la niñez a futuros militantes
de la alegría y el alborozo renovados,
que romperán los tétricos grilletes
y habrán de levantar las casas derruidas,
roturarán los campos, sembrarán olivos,
convivirán en paz en su matria liberada.