sábado, enero 18, 2025
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«Mi mayor sueño se convirtió en mi peor pesadilla»: cuarto testimonio de exalumna de la Normal Rural de Saucillo; «Levanto la voz por todas las chicas que tampoco pudieron cumplir su sueño de ser maestras al igual que yo»

Después de que un primer testimonio rompiera el silencio, siguen llegando testimonios de jóvenes exestudiantes de la Escuela Normal Rural «Ricardo Flores Magón» que se vieron obligadas a renunciar y salir de la institución por prácticas al interior por parte de las compañeras del COPI, prácticas que todas coinciden que las autoridades del plantel conocen y voltean a ver a otro lado. Después de las tres primeras, este portal informativo recibió una cuarta relatoría-denuncia de una joven que tuvo que salir con problemas de ansiedad y depresión. «No comprendo a las egresadas que nos juzgan por haber salido, si desertamos decenas y decenas de alumnas fue por algo, fuera solo una o dos se entendería que es una exageración, somos pocas las que hablamos, pero fuimos decenas las que desertamos», concluye la joven.

A continuación el testimonio completo:

«Mi mayor sueño se convirtió en mi peor pesadilla

El día de hoy estoy dispuesta a contar mi testimonio no por mi, sino por todas las chicas con las que compartí varias semanas y no pudieron cumplir su sueño de ser maestras al igual que yo. Cuando yo entré a la normal de Saucillo lo hice porque era sueño no solo mío sino de mis padres que yo estudiara y me formara profesionalmente como maestra ahí. Cuando hice el examen quede entre los primeros 15 lugares y yo pensaba que al haber estudiado arduamente para mi examen ya me había ganado mi lugar en Normal saucillo, como sucede en cualquier universidad o escuela de estudios superiores, donde si quedas en el examen ya tienes tu lugar.

Sin embargo, al llegar todo para mi fue un infierno. Durante el día nos recibieron las alumnas de comité para la inducción, los padres de familia llevaban a sus hijas y todo parecía que iba a ir bien. Yo cuando llegué y me acomodé en mi dormitorio, me puse a platicar con las compañeras que estaban ahí también y ellas empezaron a decir cosas como «a que hora irá a empezar todo lo que nos van a hacer», «nos van a sacar a correr en la madrugada y a gritar cosas» y yo pues verdaderamente comencé a asustarme un poco, pero igual estaba incrédula, sin embargo en la noche comenzó todo.

A mi una compañera de grado superior me había comentado que nos iban a quitar los celulares para que nos desapegáramos de nuestra familia o nos acostumbráramos a la vida del campo, sin embargo estando ahí descubrí que el teléfono te lo quitan para que tu no puedas hacer fuga de información, lo cual es básicamente contar todo lo que te hacen, así no puedes grabar lo que hacen ni evidenciarlas. Nos dividieron por dormitorios y a cada grupo les llamaban brigadas, brigada «A», «B», «C» y «D», a cada brigada la movía y manejaba una persona de comité a la cual llamábamos coordinadora.

El primer día en efecto nos sacaron a correr durante la madrugada, para todos lados donde nos llevaban fuera de la habitación teníamos que ir en dos filas y corriendo. Ese día nos llevaron a un círculo donde tenían antorchas encendidas y se pusieron a decir palabras de iniciación, yo estaba muy asustada la verdad, no digo que sea algo malo, pero era desconocido para mi, se pusieron a gritar consignas y nos hicieron gritar también. Todos los días nos llevaban a círculos de estudios, donde antes de entrar nos hacían abrir los brazos para revisarnos todo el cuerpo, así ellas se podían asegurar que no metiéramos celulares, objetos peligrosos, etc.

En esos círculos había hombres también de otras delegaciones, cuando a nosotras nos habían dicho que después de cierta hora no debía haber hombres. Los círculos terminaban a las 3 de la mañana masomenos y al día siguiente nos despertaban a las 5 am, nos ponían a hacer ejercicio, la mayoría de veces los mismos hombres de las delegaciones eran los que nos ponían los ejercicios, yo no podía hacer ciertas cosas como las lagartijas, pero nos gritaban y por el miedo seguía tratando hacerlo.

El primer día yo ya me quería ir, no lo niego, sin embargo no me permitieron, y después de eso ya no quise irme porque me daba miedo decepcionar a mi familia, cuando nos castigaban nos ponían a decirnos que íbamos a decepcionar a nuestra familia, que aguantáramos porque era la única oportunidad que íbamos a tener, nos decían que ninguna escuela nos iba a ofrecer lo que saucillo nos ofrecía y todas llorábamos todos los días pero seguíamos ahí.

Nos castigaban con sentadillas o levantando los brazos por 10 minutos o mas, si una los bajaba se prolongaba el tiempo. Cuando íbamos con la psicóloga y le contábamos como nos sentíamos, por las noche las copis nos decían «ya sabemos que se fueron a quejar con la psicóloga, ¿qué creen que no nos cuenta todo lo que le dicen? Hasta se burla de ustedes» desde ahí yo ya no volví a ir con la psicóloga porque como iba a ir a contarle mis cosas a una persona que estaba aliada para contarle a las alumnas y todavía para burlarse.

Otra cosa que cabe mencionar es que cuando nos encontrábamos fuera de las habitaciones NO TENIAMOS DERECHO A HABLAR ENTRE NOSOTRAS, así como tampoco podíamos hablar con las chicas de las otras «brigadas», solo las veíamos y nos preguntábamos si estaban bien, o las ubicábamos por «la muchacha de las muletas», «la muchacha del brazo lastimado», etc. Porque era por lo que nos ubicábamos, por las lesiones que conseguimos en ese lugar. A una compañera de otra brigada se le salió el brazo cuando nos castigaban levantando los brazos y en mi brigada siempre la veíamos, no supimos como fue hasta que se quitaron las formalidades y nos contó.

Cuando acabó el curso yo pensé que el infierno había terminado, pero no, fue lo mismo, desde el primer día se nos privo del sueño y durante todo el primer mes no nos inscribieron, ellas se podían deslindar de la responsabilidad diciendo «no es alumna, no está inscrita». También nos prohibieron avisar si íbamos de rait, no podíamos decir ni tomar foto a las placas o al trailero.

Son demasiadas cosas que viví y no me gusta recordar porque terminé con problemas como depresión y ansiedad los cuales yo NUNCA los había tenido. Ya que muchas personas dicen, «ella ya traía esos problemas desde su casa y ahora se los echa a la escuela» mi familia siempre ha sido unida y nunca he tenido ningún problema de esos, hasta que estuve en Normal Saucillo. Tres tías mías salieron de ahí y cuando les conté no lo podían creer, me dijeron que antes no era así y que realmente era una injusticia.

No comprendo a las egresadas que nos juzgan por haber salido, si desertamos decenas y decenas de alumnas fue por algo, fuera solo una o dos se entendería que es una exageración, somos pocas las que hablamos, pero fuimos decenas las que desertamos.»

Después de que un primer testimonio rompiera el silencio, siguen llegando testimonios de jóvenes exestudiantes de la Escuela Normal Rural «Ricardo Flores Magón» que se vieron obligadas a renunciar y salir de la institución por prácticas al interior por parte de las compañeras del COPI, prácticas que todas coinciden que las autoridades del plantel conocen y voltean a ver a otro lado. Después de las tres primeras, este portal informativo recibió una cuarta relatoría-denuncia de una joven que tuvo que salir con problemas de ansiedad y depresión. «No comprendo a las egresadas que nos juzgan por haber salido, si desertamos decenas y decenas de alumnas fue por algo, fuera solo una o dos se entendería que es una exageración, somos pocas las que hablamos, pero fuimos decenas las que desertamos», concluye la joven.

A continuación el testimonio completo:

«Mi mayor sueño se convirtió en mi peor pesadilla

El día de hoy estoy dispuesta a contar mi testimonio no por mi, sino por todas las chicas con las que compartí varias semanas y no pudieron cumplir su sueño de ser maestras al igual que yo. Cuando yo entré a la normal de Saucillo lo hice porque era sueño no solo mío sino de mis padres que yo estudiara y me formara profesionalmente como maestra ahí. Cuando hice el examen quede entre los primeros 15 lugares y yo pensaba que al haber estudiado arduamente para mi examen ya me había ganado mi lugar en Normal saucillo, como sucede en cualquier universidad o escuela de estudios superiores, donde si quedas en el examen ya tienes tu lugar.

Sin embargo, al llegar todo para mi fue un infierno. Durante el día nos recibieron las alumnas de comité para la inducción, los padres de familia llevaban a sus hijas y todo parecía que iba a ir bien. Yo cuando llegué y me acomodé en mi dormitorio, me puse a platicar con las compañeras que estaban ahí también y ellas empezaron a decir cosas como «a que hora irá a empezar todo lo que nos van a hacer», «nos van a sacar a correr en la madrugada y a gritar cosas» y yo pues verdaderamente comencé a asustarme un poco, pero igual estaba incrédula, sin embargo en la noche comenzó todo.

A mi una compañera de grado superior me había comentado que nos iban a quitar los celulares para que nos desapegáramos de nuestra familia o nos acostumbráramos a la vida del campo, sin embargo estando ahí descubrí que el teléfono te lo quitan para que tu no puedas hacer fuga de información, lo cual es básicamente contar todo lo que te hacen, así no puedes grabar lo que hacen ni evidenciarlas. Nos dividieron por dormitorios y a cada grupo les llamaban brigadas, brigada «A», «B», «C» y «D», a cada brigada la movía y manejaba una persona de comité a la cual llamábamos coordinadora.

El primer día en efecto nos sacaron a correr durante la madrugada, para todos lados donde nos llevaban fuera de la habitación teníamos que ir en dos filas y corriendo. Ese día nos llevaron a un círculo donde tenían antorchas encendidas y se pusieron a decir palabras de iniciación, yo estaba muy asustada la verdad, no digo que sea algo malo, pero era desconocido para mi, se pusieron a gritar consignas y nos hicieron gritar también. Todos los días nos llevaban a círculos de estudios, donde antes de entrar nos hacían abrir los brazos para revisarnos todo el cuerpo, así ellas se podían asegurar que no metiéramos celulares, objetos peligrosos, etc.

En esos círculos había hombres también de otras delegaciones, cuando a nosotras nos habían dicho que después de cierta hora no debía haber hombres. Los círculos terminaban a las 3 de la mañana masomenos y al día siguiente nos despertaban a las 5 am, nos ponían a hacer ejercicio, la mayoría de veces los mismos hombres de las delegaciones eran los que nos ponían los ejercicios, yo no podía hacer ciertas cosas como las lagartijas, pero nos gritaban y por el miedo seguía tratando hacerlo.

El primer día yo ya me quería ir, no lo niego, sin embargo no me permitieron, y después de eso ya no quise irme porque me daba miedo decepcionar a mi familia, cuando nos castigaban nos ponían a decirnos que íbamos a decepcionar a nuestra familia, que aguantáramos porque era la única oportunidad que íbamos a tener, nos decían que ninguna escuela nos iba a ofrecer lo que saucillo nos ofrecía y todas llorábamos todos los días pero seguíamos ahí.

Nos castigaban con sentadillas o levantando los brazos por 10 minutos o mas, si una los bajaba se prolongaba el tiempo. Cuando íbamos con la psicóloga y le contábamos como nos sentíamos, por las noche las copis nos decían «ya sabemos que se fueron a quejar con la psicóloga, ¿qué creen que no nos cuenta todo lo que le dicen? Hasta se burla de ustedes» desde ahí yo ya no volví a ir con la psicóloga porque como iba a ir a contarle mis cosas a una persona que estaba aliada para contarle a las alumnas y todavía para burlarse.

Otra cosa que cabe mencionar es que cuando nos encontrábamos fuera de las habitaciones NO TENIAMOS DERECHO A HABLAR ENTRE NOSOTRAS, así como tampoco podíamos hablar con las chicas de las otras «brigadas», solo las veíamos y nos preguntábamos si estaban bien, o las ubicábamos por «la muchacha de las muletas», «la muchacha del brazo lastimado», etc. Porque era por lo que nos ubicábamos, por las lesiones que conseguimos en ese lugar. A una compañera de otra brigada se le salió el brazo cuando nos castigaban levantando los brazos y en mi brigada siempre la veíamos, no supimos como fue hasta que se quitaron las formalidades y nos contó.

Cuando acabó el curso yo pensé que el infierno había terminado, pero no, fue lo mismo, desde el primer día se nos privo del sueño y durante todo el primer mes no nos inscribieron, ellas se podían deslindar de la responsabilidad diciendo «no es alumna, no está inscrita». También nos prohibieron avisar si íbamos de rait, no podíamos decir ni tomar foto a las placas o al trailero.

Son demasiadas cosas que viví y no me gusta recordar porque terminé con problemas como depresión y ansiedad los cuales yo NUNCA los había tenido. Ya que muchas personas dicen, «ella ya traía esos problemas desde su casa y ahora se los echa a la escuela» mi familia siempre ha sido unida y nunca he tenido ningún problema de esos, hasta que estuve en Normal Saucillo. Tres tías mías salieron de ahí y cuando les conté no lo podían creer, me dijeron que antes no era así y que realmente era una injusticia.

No comprendo a las egresadas que nos juzgan por haber salido, si desertamos decenas y decenas de alumnas fue por algo, fuera solo una o dos se entendería que es una exageración, somos pocas las que hablamos, pero fuimos decenas las que desertamos.»

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