De la seguridad alimentaria a la soberanía alimentaria: un paso obligado

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Opinion por: Benjamín Carrera

Hace días tuve oportunidad de revisar un interesante artículo de Julio Berdegué, secretario de Agricultura y Desarrollo Rural del Gobierno de México y de José Graziano da Silva, director general del Instituto Hambre Cero, Brasil, y ex-director general de la FAO en el cual abordan dos conceptos fundamentales, los cuales, eran analizados a profundidad en mis clases de economía del sector agropecuario en la UACJ: La seguridad alimentaria y la soberanía alimentaria.

Dado que me parece muy útil el análisis que los autores realizan me tome la dispensa de reproducir de manera textual algunos párrafos que no tienen desperdicio.

La soberanía alimentaria consiste en que nuestros países construyan y cuenten con todas las capacidades nacionales necesarias para garantizar a sus poblaciones (especialmente, a quienes viven en condición de pobreza) el derecho humano a una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, con pleno respeto a sus culturas alimentarias locales y con formas de producción y consumo que privilegien la salud humana y la del planeta.

Entre esas capacidades se encuentra, en primer lugar, la de producir una amplia variedad de alimentos nutritivos mediante sistemas sostenibles, resilientes al cambio climático y basados en el conocimiento tradicional y científico. Esta producción debe priorizar el consumo interno, garantizar la conservación de los recursos naturales y reducir la dependencia de insumos externos y monocultivos de exportación.

Además, parte central de una estrategia de soberanía alimentaria es la conservación y protección de los ecosistemas y de la biodiversidad marina y terrestre, así como del suelo, las aguas, los bosques, selvas y manglares. Garantizar el bienestar de las personas cuyo trabajo produce los alimentos, incluyendo a las personas jornaleras, es parte indisoluble de nuestra visión de soberanía alimentaria: “que primero coman quienes nos dan de comer”.

No comenzamos de cero.

En México, a partir de 2018 los gobiernos de la Cuarta Transformación iniciaron un rescate de la política sectorial para reorientarla en beneficio de los campesinos, pueblos indígenas, y productores de pequeña y mediana escala de los campos y las costas. Los Programas del Bienestar del presidente Andrés Manuel López Obrador y continuados por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, orientan más del 80% del presupuesto sectorial agropecuario en beneficio de esas poblaciones previamente excluidas. 

Más recientemente, la presidenta Sheinbaum ha iniciado un Plan para la soberanía y la autosuficiencia alimentaria, con un nuevo programa Cosechando Soberanía, que articula servicios y apoyos de crédito, seguros, comercialización y agregación de valor y acompañamiento técnico con enfoque agroecológico, todo ello en beneficio de la producción campesina y de pequeña y mediana escala, particularmente en el Sur-Sureste de México, una vasta región que fue postergada en las décadas previas.

Al mismo tiempo, se fortalece la relación de las instituciones de ciencia, tecnología y sanidad vegetal y animal, con estos tipos de productores y regiones. Así, los dos gobiernos sucesivos de la Cuarta Transformación abordan, simultáneamente, el objetivo de elevar el bienestar de campesinos y de productores de pequeña y mediana escala del campo y las costas, y el de aumentar la producción de alimentos para el abasto nacional.

La rectoría sobre la creación y fortalecimiento de esas capacidades nacionales corresponde a los estados nacionales. No cabe ninguna duda de que el mercado y sus agentes privados, tendrán un papel importantísimo en el fortalecimiento de la soberanía alimentaria de cada país. Pero tal condición es una obligación pública, pues hoy en día es parte sustantiva de nuestra definición como países libres, independientes y soberanos.