Por: Jesus A. Ramos Araujo O.P.
Por: Jesus A. Ramos Araujo O.P.
A quien corazón tenga y la razón le gobierne:
Vítores a la roca que nos sostiene, alabanza al elegido, que “ha derrotado” a la enfermedad de nuestro país.
Castillos en el aire, salivazo en la cara. ¿Que si los políticos son los enfermos?, ¿Qué si los maestros eran los ejes del cambio?, “Que sin unos íbamos a estar bien y con los otros la educación iba a ser, no de calidad, sino hasta de excelencia”. Nosotros, el pueblo, cada uno en lo individual somos la enfermedad, esperando revolución sin lucha. No hay teoría revolucionaria, sin práctica revolucionaria, la “4ta transformación” se lograra por medio de la unidad y la unidad se lograra por el camino de la Fe y el esfuerzo.
Y no hablo de una Fe, siega que solo espera y se aletarga en himnos de gloria y jubilo, hablo de una Fe que debe estar nutrida de trabajo y obras tangibles. La vida del profesor debe de ser por lo menos, intachable. No podemos pedir profesores inmaculados, porque eso solo se logra con la gloria y esa solo la tiene Dios. Necesitamos profesores de a pie, que tengan su mirada fijada en la educación, una educación que transforme vidas, una educación que remueva mentes empolvadas y lleve al pensamiento crítico de su entorno.
Pero, ¿Qué es lo que tenemos? Profesores de pisa y corre, que solo están esperando cada 15 días para sentir satisfacción por su labor (y que quede claro, no se generaliza, porque hay muy honrosas excepciones), que se entregan al chasquido de un puñado de pillos, y se venden por una cerveza, como me lo menciono alguna vez un compañero, o como me contesto un “profesor” que anda por ahí “Pues ellos, yo tomo wiskey”, seguido de una risa por lo más cínica. Esta es la primera clase. La otra parte pertenece a esa pútrida y sátrapa clase, bañada de oro. Esos que solo por pertenecer al más grande partido político de Latino-américa llamada SNTE o CNTE, que para efectos prácticos, son la misma cochinada, se les otorga el título de “Profesor”, cuando ni estudios, en muchos casos, básicos, tienen, mucho menos vocación.
Basado en estas dos clases se quiere buscar la excelencia educativa, cuando la primera solo busca la vida llevadera, y la segunda busca seguir metiendo sus podridas y doradas manos en las arcas de lo que han hecho de la educación, un negocio tan lucrativo, que se puede poner a la par de cualquier mafia.
Mafia, se refiere a las pandillas del crimen organizado. Esta palabra viene del italiano. Acrónimo de "Morte Alla Francia, Italia Anela " ("Muerte a Francia, Italia Añora"), un eslogan siciliano usado contra invasores franceses en el siglo XIII. Hoy, en el siglo XXI, SNTE/CNTE: Acrónimo de Sinceramente (Conscientemente) No vamos a Trabajar por la Educación, mafias que tiene dirigentes y futuros pretendientes que llevan en su espalda la lápida de la muerte, atropellos y condenas de miseria en vida.
La educación no ha cambiado, la reforma anterior fue meramente laboral, lo único que se hizo en esta, que aún podemos decir “mal llamada reforma educativa”, fue quitar esos tintes laborales, pero en la cuestión educativa seguimos estancados. “Haga lo que pueda con lo que tiene y reporte como se le indica”, ¡Así ha sido siempre! La aprobación de esta nueva reforma propuesta por el gobierno federal ha causado molestia y resistencia en la disidencia magisterial, y a los que proponemos una auténtica y profunda transformación del sistema educativo nacional.
No es para nada descabellado el hacer caso omiso al contenido de los agregados de la “nueva reforma”, así, entre comillas. La lucha debe ser por alcanzar una trasformación genuina de nuestro sistema de educación, lograr su transformación es inaplazable y urgente. La crítica sin razón no existe. Es tristísimo ver diluirse años de lucha en la profundidad del discurso desacreditador y demagógico de burócratas, dirigentes sindicales y políticos, que jamás han estado al frente de un aula.
Esta venta de espejos ofende profundamente, por su perversa intención de regresar a las viejas prácticas. El posible retorno de las anteriores mafias mencionadas, impactaría terriblemente al sistema educativo nacional. Por dictamen, ahora, la educación no será de calidad, será de “excelencia”. Pero la pregunta es: ¿Dónde encontraremos la excelencia magisterial y a los educandos excelentes? Los primeros, no dudo: existen, pero los segundos no. Ya que se ha sacado de la ecuación a la institución educativa por excelencia: LA FAMILIA, y hasta que la sociedad no comprenda que es en casa donde empieza la verdadera educación, jamás se alcanzara dicha excelencia.
Por otro lado, se necesita crear un verdadero plan de educación integral, en donde se destine el presupuesto necesario y suficiente para la educación, y urge desarraigar al maestro del sindicalismo corporativo y corrupto, y poner al centro del sistema educativo, al alumno y las necesidades culturales y educativas del mismo. Así y sólo así se ira construyendo el camino para el porvenir de un nuevo proyecto educativo y una verdadera reforma.
¿Qué le espera a la educación en México con la nueva reforma de AMLO?, la respuesta es: NADA NUEVO, y más de lo mismo…SI NOS DEJAMOS.
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