Por: Rosalío Morales Vargas
Por: Rosalío Morales Vargas
La vi parada ahí,
en la esquina de la desesperanza,
venciendo repulsiones y temores,
entre la niebla macilenta del olvido
y los grilletes de abusivos proxenetas.
Cargaba la pobreza como fardo,
agarrando al silencio con las uñas,
desalentado su semblante,
víctima de lenones y padrotes,
tirita la tristeza en la desnudez del viento.
El infame comercio de mujeres
vilipendia la piel, estruja el alma,
es fábrica de acoso y heraldo de violencia.
¿ Por cuánto tiempo durará este escarnio?
Hasta que un aluvión de dignidad
arroje por la borda el poder del patriarcado
y el dinero no erija
prostíbulos, burdeles, lupanares.
La vi parada ahí,
entallado el vestido, de ausencia el maquillaje,
la ansiedad en los ojos,
lanzando retos a la vida;
bajo las rojas y chillantes luces de neón
del viejo hotel de paso