Por: Rosalío Morales Vargas
Por: Rosalío Morales Vargas
Completó siete vueltas
el implacable calendario.
Si, si, apenas siete vueltas,
los años que contaba Jakelín,
cuando en su desamparo encontró inerme
la filosa guadaña de la muerte.
De Guatemala había salido,
en fuga por el hambre,
la explotación y la violencia,
buscaba una difusa tierra prometida.
Pero su anhelo se frustró,
su sueño convertido en pesadilla,
mutado el paraiso en un infierno.
De las húmedas selvas de su patria
al desierto de Texas fué su viaje.
Ahí observó el racismo
Y los niños en jaulas
Xenofobia rampante
El terror en las caras
De seres desvalidos
Tras las jornadas arduas
Y las humillaciones
De catadura infausta
La tarde entumecida por el frío
y los jirones del hostil crepúsculo
en la llanura huraña e indolente,
otearon la bitácora del drama.
Bien lo sabemos,
ningún muro de odio y de ignominia
detendrá la avalancha,
el aluvión humano
de personas buscando el buen vivir.
No habrá palabras altaneras,
ni cancerberos del imperio
que impidan el futuro y la alborada.
Querida Jakelín:
Sobre la sórdida ceniza del horror de hoy día,
germinará la nueva sociedad
igualitaria y liberada.