Por: Martha Idaly Retana Reyes
Mi amor, es importante que me escuches, dime que lo haces… -Sí mamá. Repite conmigo: “No me saldré de la casa”, con su dulce voz y apenas articulando correctamente repite las palabras de su madre: –No me saldré de la casa ama.
-¿Qué pasaría si alguien te aleja de mi lado? ¡Me muero hijo!, le dice la madre con lágrimas en los ojos al niño, lo abraza y él siente la desesperación y la rabia de su madre.
Qué es mejor, educar en base al miedo o a la libertad, a las consecuencias de los actos. Después de ver por desgracia una nota más de niños desaparecidos, cosa que dicen que no es cierto, aquí ni roban tanto.
Le hice una pregunta a un grupo de niños, qué harías si te quisieran robar, uno dice que es Spiderman y que con sus disparos con telaraña podrá envolver al malhechor; otro dice que es karateca, que jamás podrían dañarlo; otro que es Flash y que jamás lo alcanzarán.
Esos niños, los niños de todos son nuestros super héroes de hoy y de mañana, pero con sus super poderes no pueden acabar con tanta maldad que hay en los adultos, tanta enfermedad mental, desamor e inhumanidad. Esos super héroes tienen todo el derecho de crecer en armonía, tal cosa le estamos negando con falsas promesas, con revestimientos morales.
Ahora los tenemos que encerrar, cuando son otros los que tendrían que estar encerrados y en tratamiento, nuestros niños están siendo atacados gravemente desde las redes sociales recayendo en suicidios, y jugando en la calle son asesinados o vendidos. No estamos haciendo las cosas bien, esos pequeños son ejemplos verdaderos de amor y de perdón, son ellos nuestros caminantes más nobles a seguir. Cómo puede ser posible que el mal gane, cuando en tanto cómic el bien gana, o será que tenemos que evitar que jueguen y fantaseen y tengamos que darles una educación en base al miedo.
Muchos padres de familia optan por el encarcelamiento de su inocencia. No hemos tomado cartas en el asunto hablando en todos los contextos, tanto políticos, familiares, etc. Está llegando la fecha navideña y pregonamos en las familias el amor y la unión; hablaré un poco de la hipocresía que ello envuelve: imagino esa cena, en la que me he dado cuenta con anterioridad que mi primo, sobrina, tío, tienen algunas características en su personalidad que no les permite socializar o puede dañarme a mí o a otros; o me di cuenta que mi tío tocó de manera seductora a mi prima en la cena… que mi hermano tiene una pistola bajo su cama; que mi padre abusa de mi hermana. Hay tanto secreto familiar que por miedo o vergüenza no nos atrevemos a divulgar, no consideramos que puede haber consecuencias lamentables, y en la mayoría de las ocasiones se convierten en herencias familiares. Hay por el contrario personas que se dedican a proveer de soluciones factibles y son a los que menos importancia les damos.
Pronto veremos las calles atiborradas de gente comprando regalos, de falsedades decoradas con hermosos moños dorados, para una familia ejemplar, no todas lo son, de hecho no existen. Si nos
hiciéramos responsables de cada problema, arrancándolo de raíz en base a soluciones factibles, evitaríamos daños mayores.
La empatía, el amor, la confianza, la fe, la esperanza, la ayuda, son armas poderosas que protegerán más a nuestros hijos cuando ya no estemos. No haré caso omiso de audios y notas alarmantes sobre el secuestro de niños y jóvenes, tampoco de las altas cifras de adolescentes y jóvenes que se suicidan; menos de la falta de apoyo a las familias más necesitadas, y no hablo de las que padecen de faltas de economía, no siempre es así; menos de la indiferencia de algunos actores políticos.