Por: Pbro. Camilo Daniel Pérez
Pbro. Camilo Daniel Pérez
Con el nombramiento del exfiscal de la FEPADE, Lic. y Dr. Santiago Nieto Castillo como titular de inteligencia financiera de la Secretaría de Hacienda para el mandato de Manuel López Obrador, renace la esperanza de poder erradicar la pandemia de la corrupción que tanto daño ha hecho a nuestro País. Recordemos que él fue dado de baja por Peña Nieto cuando tomó el asunto en sus manos de Odebrecht, empresa brasileña que había ofrecido algunos miles de dólares para obtener contratos con Pemex. Santiago Nieto se encargará de los asuntos delicados en el combate a la corrupción, le seguirá la pista al lavado de dinero y al uso de recursos de procedencia ilícita.
Santiago Nieto ha dicho que “La corrupción inicia en los procesos electorales a partir de la entrega de recursos en efectivo”. Con esta frase ha pintado de cuerpo entero lo sucedido en el caso de Alejandro Gutiérrez, acusado por el actual Gobierno de Chihuahua con pruebas fehacientes del desvío de 250 millones de pesos, los cuales, mediante algunos subterfugios, pasaron a financiar las campañas del Pri. Seguramente esta misma operación se replicaba en otros Estados de la República. Desafortunadamente Alejandro Gutiérrez ha quedado exento por la retirada de la PGR de los cargos imputados a Alejandro, mediante burdas maniobras orquestadas desde los altos mandos federales, pues donde se cocinaba este desvío de recursos era a través de la Secretaría de Hacienda usando discrecional, arbitraria y políticamente los recursos del llamado ramo 23. Precisamente ahora estará Santiago Nieto como vigilante y guardián de los recursos emitidos por dicha Secretaría. Tenemos la esperanza de que haya una revisión a fondo del proceder de los altos funcionarios públicos que estuvieron a cargo de la mencionada Secretaría de Hacienda en la administración de Peña Nieto. El mismo Santiago ha hecho alusión al caso de César Duarte que conoce bastante bien.
Nada más para darnos una idea del daño tan tremendo e irreversible de la corrupción. En más de 100 países con menos riqueza que la nuestra el PIB (es decir, el crecimiento de la economía) en estos últimos diez años ha estado entre el 6 al 7%. En cambio, en México tenemos un 2% de promedio. Entre otros factores esto se debe a la profunda desigualdad social, pues quienes se benefician en realidad son las élites. Se debe también a la falta de inversión pública y privada por tanto desvío de recursos, por ausencia del estado de derecho, por el bajo nivel educativo y la baja remuneración salarial. Todo esto tiene como un común denominador la corrupción y la impunidad. Si bien es cierto con Peña Nieto ha habido estabilidad económica, no hubo sobresaltos, pero todo esto es a nivel macroeconómico. Muy poco redunda en bien de las capas más desprotegidas de la sociedad. Es más, el modelo económico llamado neoliberal es excluyente por naturaleza, proclive a la corrupción, evasivo de impuestos, facilitador del lavado del dinero, de la especulación de capitales y discriminatorio de la aportación del trabajo femenino.
El periodista Ramón Alberto Garza ingeniosamente ha dicho que con Santiago Nieto comienza el “Camino de Santiago”, haciendo alusión al Camino del Apóstol Santiago de “Compostela”. Esta palabra es una descomposición del latín “Campus stellae” (Campo de la estrella). Ojalá que el camino de Santiago Nieto sea un camino liberador del yugo de la corrupción que nos lleve triunfantes a “Compostela”.