La mejor Bélgica de toda la historia acaba tercera en el Mundial de Rusia

- Liderados por el jugador del Chelsea, los belgas se impusieron en la lucha por el tercer y cuarto puesto a Inglaterra, sellando así su mejor Mundial.

Bélgica es la tercera mejor selección del Mundial. En un torneo paralelo basado en sensaciones, estaría jugando este domingo una final a tres con Croacia y Francia. Ha mostrado tal variedad de juego (a la contra, con calidad ante la mayoría de defensas estáticas a excepción de la francesa, capaces de variar las obligaciones a sus futbolistas según la marcha del encuentro y de adaptarse al rival) que ser la medalla de bronce en Rusia es lo mínimo que merece. A Inglaterra se le acabó el Mundial en las semifinales, donde empezó a hacerse obvio que no tiene los futbolistas para hacer lo que Southgate desea.

Cuando en el fútbol se juega un partido a medias, o se improvisa, tienes la desventaja de exponer los defectos, de acentuarlos. Inglaterra hizo cinco cambios por problemas físicos de algunos de sus titulares y posiblemente para acercarse a ese nueva propuesta de juego entre líneas y dominio del juego. En la media punta incluyó dos jugadores que son más centrocampistas que Lingard y Dele Alli (Delph y Loftus-Cheek) pero que tienen menos talento. Había que tirar por el talento o por la posición, el seleccionador inglés no se pudo dar el lujo, en esa parte tan importante del campo, de incluir ambas. Si Lingard y dele Alli pecaban de paciencia y sus respuestas eran de delanteros, las de los dos nuevos fueron de centrocampistas, sí, pero afectados por la falta de intensidad de los suyos y con menos calidad.

Así se encajó el primer gol. Courtois tuvo tiempo para sacar el balón jugado, un pase a la banda izquierda, a la altura de la línea central, donde Chadli ganó su duelo con el más bajito Trippier (jugaba preparada por Roberto Martínez), la recogió Lukaku que puso el balón en la banda izquierda a la espalda de Jones, donde Chadli centró y Meunier llegó antes que nadie. Los ingleses no supieron parar la jugada, entraron al partido fríos.

Bélgica se sintió superior desde el principio y con la ayuda del gol fue poniendo en práctica su plan: dejó que Inglaterra llevara la iniciativa y buscaba la contra. Y los ingleses tenían a menudo la posesión, pero a setenta metros de la portería contraria, sin ideas claras, sin penetración, sin la alegría o la valentía que se ha visto en algunos momentos de algunos partidos. Si a los de Roberto Martínez no le salía un contraataque (y tuvo varias ocasiones de matar el encuentro), se plantaban a 30 metros de Pickford, practicando el juego que pretende hacer Inglaterra.

Bélgica estaba compitiendo mejor el encuentro que nadie querría jugar. Inglaterra, sin intensidad, es muy floja. El partido corría el peligro de convertirse en una herida en lugar de una celebración de un torneo que ha cambiado la percepción de la selección de Southgate, pero el once que había empezado parecía haberse conocido esa mañana. La entrada de Rashford y Lingard dio un poco más de penetración, pero sin la continuidad necesaria. Inglaterra no ha jugado 90 minutos enteros a un gran nivel. Ha tenido momentos y este sábado pareció reconocerse durante diez minutos, pero ni Kane, que se quedó sin gasolina desde los octavos, ni Dier, que se plantó solo delante de Courtois tras una pared con Lingard, aprovecharon la coyuntura. Bélgica, sacándose la presión de encima, remató el partido en una nueva contra después de que Pickford salvara una anterior, una jugada de fantasía y velocidad que no pudo convertir Meunier. Dio gusto ver jugar a los diablos rojos.

Fuente: as.com

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