Reunir a las familias separadas por Trump es tan solo el comienzo: Uno de Siete Migrando AC

Chihuahua, Chih.- Desde Uno de Siete Migrando A. C. contemplamos las imágenes, los videos y los audios de los niños detenidos como resultado de la política de “tolerancia cero” del gobierno delPresidente Donald Trump y compartimos la empatía, el dolor y la indignación de la sociedad civil de México y el mundo.

Entendemos que estas imágenes han causado revuelo porque, para muchas personas, fue la primera vez que observaron a menores de edad en situación de cautiverio. Aun así, consideramos que es importante recalcar que este episodio se trató de un mero vistazo a la realidad que los niños y niñas migrantes enfrentan a diario, no solo en Estados Unidos, sino también a lo largo y ancho de la región y en otros países. Nosotros trabajamos en la ciudad de Chihuahua, Chihuahua, cerca de la frontera norte de México. 

Con frecuencia nos toca atender a niños y niñas en proceso de migración. A veces llegan  acompañados con su padre o su mamá. Algunos llegan solos. Todas las niñas y todos los niños  tienen derecho a vivir con dignidad, a sentir que los cuidan y que los quieren, a jugar con sus  amigos y dormir en paz. Las niñas y los niños tienen un derecho inalienable a la alegría, que en el  derecho internacional cabe bajo el rubro del acceso a una vida plena y libre de violencia. Sin  embargo, en la ciudad de Chihuahua, la Casa del Migrante es el único espacio que recibe a familias  migrantes con grandes retos y carencias. Actualmente estamos trabajando en un proyecto en  conjunto con el Gobierno del Estado para evitar que familias sigan siendo separadas por las  autoridades migratorias en nuestra ciudad. 

Los niños y las niñas son un grupo especialmente vulnerado dentro de las poblaciones migrantes. 

Todos los días, una vasta economía informal “subterránea” enriquece a unos cuantos apagando  sonrisas. Los menores están bajo constante amenaza de sufrir varios tipos de violencia. El crimen  organizado los captura y explota por su trabajo y su cuerpo. En el camino, ser menor de edad  significa vivir bajo peligro constante.

Muchas personas han visto a niñas y niños con o sin su familia pidiendo ayuda en las calles. Para alguien que tiene la fortuna de ser ajeno a esta realidad, verla puede resultarle sorprendente o inexplicable. Algunas personas, incluso, formulan y repiten opiniones despectivas acerca de ellos. 

Lo más seguro es que no sepan que es muy común que niños y niñas pierdan a sus madres y padres  en el camino, que algo les pase a quienes los cuidan y entonces ellos se queden solos. 
Tampoco se comprende que, para las personas que solicitan refugio, vivir por meses a la intemperie es una  opción preferible a quedarse en sus lugares de origen. La violencia que desde hace varios años asola  a México es todavía más devastadora cuando llegan a países más pobres y pequeños.

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