La chihuahuense Luisa Fernanda Torres, medallista de Bronce en luchas asociadas

- A sus 20 años le aporta una medalla más a Chihuahua en esta disciplina en el estilo libre, categoría  57 kilogramos

Querétaro.- Luisa Fernando Torres cerró su participación con la medalla de bronce en el estilo libre de las luchas asociadas, categoría 57 kilogramos del Nacional Juvenil 2018 que se disputa en Querétaro, Querétaro.

El camino al podio para Luisa Fernanda no fue sencillo, tras superar por “pegada” a su primera rival de la jornada, Alma Ximena Quiroz, de la UNAM, posteriormente cayó ante la jalisciense Alondra Ramírez, poniendo en peligro la calificación a la semifinal.

Con el grupo cerrado, tuvo que esperar el resultado de otro choque y ya instalada en la semifinal enfrentó a la anfitriona, Susana Lozano quien la venció por “toque” impidiéndole que disputara el título de la división.

Con seis olimpiadas nacionales a cuestas, Luisa Fernanda se despidió de su etapa competitiva infantil y juvenil como lo deseaba, arriba del podio y sumando su segundo metal representando a Chihuahua.

A lo largo de este tiempo, la deportista de 20 años asegura que las enseñanzas han sido muchas, pero lo que resalta es que ha podido potenciar su autoconfianza, un aspecto que le ha permitido afrontar las situaciones de mayor dificultad en sus competencias.

Luisa Fernanda Torres muestra una cicatriz pronunciada en la parte izquierda de la frente, indicativa de la conducta por Déficit de Atención e Hiperactividad que le diagnosticaron los médicos. Mientras jugaba en la escuela donde cursaba el cuarto año de educación primaria, la pequeña de 10 años sufrió un accidente al estrellarse con una resbaladilla, ocasionándole la profunda herida que llegó hasta el cráneo.

“Es la única cicatriz que me quedó, estaba con unas amigas, venía corriendo yo sola y había un tubo que lo sostenía y me estrellé, era muy hiperactiva y siempre andaba viendo que hacer para no aburrirme”.

Para agotar sus energías, su madre la había inscrito desde los seis años de edad a clases de gimnasia olímpica, disciplina que desarrolló por espacio de ocho sin que lograra el cometido.

“El doctor lo recomendó, a mí no me gustaba, yo nada más iba a jugar y a perder el tiempo, sí competía pero no en competencias importantes”. A los 13 años, aburrida cambió la finura por la rudeza y brusquedad de las luchas, como ella las define.

“Siempre he sido diferente a mis hermanas, más ruda, me ha gustado lo tosco y las cosas de peleas, llegó un momento en que las maestras de la gimnasia me invitaron a hacer algo que me cansara más, me invitaron con un maestro que daba clases de lucha, entré, pero el profesor se fue a Jalisco, fue ahí que el profesor Enrique (Villadoniga) me vio luchar y me jaló con él y ya me quedé entrenando, fue cuando empecé a participar y todos los años clasifiqué a la Olimpiada Nacional”.

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