Por: Rosalío Morales Vargas
Marejadas de horror y un silencio ensimismado,
llegan de la adustez del dolor y la congoja,
el macilento ocaso en el día moribundo,
ha de rendir sus armas al orto de la aurora
Desde el hostil y ardiente desierto al altiplano,
rumbea la caravana timbrando la memoria,
para que crujan las madrugadas del olvido,
ha levado sus anclas en la frontera roja.
Denuncia impunidades y crímenes de odio,
impreca la rapiña, el saqueo y la modorra,
truena en la densidad de la inercia y la apatía,
hace otras narrativas y cuenta otras historias.
Taladra con su voz los recintos del poder,
punza la podredumbre de arriba en esta hora,
rezga los velos de parsimonia y de cinismo,
exhibe al sicariato de fétidos aromas.
Convoca a l@s de abajo a emprender la resistencia,
un mundo diferente emerge entre las sombras,
la dignidad se muestra, los ánimos se agitan,
con cánticos vehementes de lucha y de victoria.