Barcelona empata contra Espanyol y cede liderato al Atlético de Madrid

El derbi ha vuelto. Más allá de presupuestos, de figuras y de títulos, el partido entre Barça y Espanyol fue una oda a la intensidad y demostró que en un campo de fútbol todo puede suceder cuando hay rivalidad de verdad. El Espanyol cortocircuitó al Barcelona a base de coraje y de fe y arrancó un empate a cero en su campo que le supo a los pericos como la mejor de las victorias. Cayó el Barça en la trampa de Galca, que convirtió Cornellà en Stalingrado y el partido en un cuerpo a cuerpo en el que los locales defendieron a muerte cada centímetro de campo ante el equipo de Luis Enrique, que de nuevo vio como cuando el talento de los suyos no fluye y el rival corre como un poseso, en la pizarra no hay soluciones para reconducir el guión.

Puede que el árbitro, el ínclito González González, que empezó el nuevo año como acabó el anterior, es decir, haciéndole un flaco favor al fútbol, favoreciera sus planes permitiendo un partido muy físico en el que se castigaba más una protesta que una entrada a la altura de la cadera. Pero el árbitro no puede ser excusa alguna para un Barcelona que debe de saber que ir al campo del Espanyol es siempre ir a casa de un enemigo que te espera con las garras afiladas.

El primer tiempo del Espanyol destiló testosterona por los cuatro costados. Fue como una película de Peckimpah en la que los jugadores del Barça apenas podían recibir en condiciones. Se encontraron los blaugrana como corderillos rodeados de lobos.Nunca encontró el Barça en esa primera mitad el ritmo del partido y sus ocasiones venían de la inspiración individual, como el disparo de Messi de falta a la cruceta de Pau.

En la segunda parte, el Espanyol pasó 20 minutos de sufrimiento máximo en los que pareció que el Barcelona se iba a hacer con el partido, pero Suárez, volvió a disparar al palo cuando lo fácil parecía marcar. A partir de ahí, con la grada empujando a su equipo, el Espanyol se rehizo y le devolvió a la ciudad la gloria del derbi. El miércoles, segundo acto.

Fuente: as.com

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