10 DE MAYO

Por: Rosalío Morales Vargas

¿ Qué pueden festejar las madres
en este México de horror y de tormento?
¿ Las que afanosas buscan a sus hijos
hoy desaparecidos en costras de silencio?
¿Las que escudriñan en la tierra
convertida en cadalso y cementerio?

¿Qué pueden festejar las madres
si sus vidas las cubre el sufrimiento?
¿ Las que intentan tejer los hilos rotos
de un corazón partido en mil fragmentos?
¿Las que ven transcurrir las negras noches
teñidas con la atmósfera del miedo?

¿Cómo se puede festejar en este día
si las de Ayotzinapa elevan su pesar al viento?
¿Si las de toda nuestra patria dolorida
sólo miran un cielo ceniciento?
¿Si el desconsuelo y la aflicción ocupan
toda cavilación de su cerebro?

Si, algo pueden festejar,
juntarse todas y atajar lo sombrío y lo siniestro,
reunirse e inventar un mundo más humano,
pulir la voluntad impregnada de recuerdos,
reencontrar el amor como meta más sublime,
el amor y la lucha habitados por los sueños.

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