Por: Manuel Narváez Narváez
El PAN está en riesgo de desaparecer, reconoce Luis Felipe Bravo Mena a un periódico de circulación nacional.
Tras la horrenda derrota sufrida en las urnas el pasado uno de julio, el Partido Acción Nacional regresa a su tradicional cena de negros. Los resultados fueron tan desfavorables por segunda vez consecutiva que ya se escuchan voces que anticipan un escenario desalentador a corto plazo.
Disputas internas y venganzas han llevado al partido a la debacle, asegura el que fuera dirigente nacional al inicio de este siglo. Bravo Mena, excandidato a gobernador de EDOMEX en dos ocasiones, senador y embajador del gobierno foxista ante el vaticano advierte de la continua baja de votos del partido, inclusive el desplazamiento al tercer o cuarto lugar en lugares donde alguna vez gobernó.
Cerca de cumplir 79 años desde su fundación, Acción Nacional está cera de convertirse en una organización política en peligro de extinción, como la del PRI, no por los años con los que carga encima, sino por mimetizarse con los errores cometidos por sus antagónicos principales de décadas; es decir, la simulación democrática, el gusto desmedido por el poder y la ansiedad por acumular patrimonio personal a costa del erario.
Para comprender la descomposición del PAN hay que entender que existen dos historias disímbolas a lo largo de su vida. Una transita sobre el ideario trazado por sus fundadores; con rupturas por dogmas pero no por conductas torcidas.
En 1976 el PAN no presentó candidato a la presidencia de la república. Luis Calderón Vega, padre de Felipe Calderón, renunció a la militancia en 1981, como lo hizo en su momento Pablo Emilio Madero (1982), José González Torres (1992) y Carlos Castillo Peraza (1998). A principio de los 90s se fueron en paquete hombres como Jesús González Schmall, Bernardo Batiz, Jorge Eugenio Ortíz Gallegos, José Ángel Conchello, Juan de Dios Castro y Gabriel Jiménez Remus.
La crisis más severa que puso en entredicho la honorabilidad del partido fue tras los acuerdos tomados por el expresidente Carlos Salinas de Gortari y Luis Héctor Álvarez para, primero quemar los paquetes electorales de la controvertida elección presidencial de 1988, con la venia de Diego Fernández de Cevallos; la segunda, para pactar la entrega del gobierno de Guanajuato a Carlos Medina Plascencia tras el fraude cometido contra Vicente Fox.
En la segunda parte de la historia del partido y durante la dirigencia nacional de Felipe Calderón Hinojosa, se convalida el mayor fraude financiero con cargo a los mexicanos, se aprueba el FOBAPROA, con Carlos Medina Plascencia como coordinador de la bancada panista y su correligionario, Francisco Paoli Bolio, como presidente de la mesa directiva.
A la edad de 61 años Acción Nacional gana la presidencia de la república y consigue una representación histórica del 40% en ambas cámaras del congreso federal. Atrás habían quedado las épicas batallas parlamentarias y las heroicas defensas de triunfos en cabildos, distritos locales y gubernaturas. Habían llegado los tiempos de la abundancia para el ejército azul.
En tan sólo 18 años, el panismo ocupó dos veces la presidencia de la república, gobernó la mayoría de los estados y las principales ciudades del país. Rara vez obtuvo mayoría en los congresos locales. Pero ya registró en los CERESOS a dos exgobernadores, mientras que cuatro de sus dirigentes nacionales renunciaron al partido.
En esta parte de su historia se acabaron las batallas por la democracia, por la reivindicación de la justicia, el respeto por la dignidad humana y la restauración del municipio libre. Son otros tiempos, la militancia es sustituida por la propaganda masiva y las casas encuestadoras; lo importante es ganar elecciones a cualquier costo, ya que el dinero no es problema. La paga en cualquier puesto de la administración pública, cargo de elección popular o el presupuesto partidista hacen atractiva la refriega hasta en las cloacas.
De la vehemencia de los discursos provistos de principios y ética política pasaron a la retórica y al efectismo practicado por el PRI. En el nuevo siglo se reproduce como hongos de pantano una generación de burócratas partidistas y profesionales de los cargos de elección plurinominal que compiten con la robusta lista del tricolor y la izquierda dorada.
Hoy en día la presencia del PAN se cuenta en porciones feudales, para alimentar a una insaciable militancia de nómina gubernamental, satisfacer el voraz apetito de notables por los bienes materiales y acomodar a su estirpe en organismos públicos y autónomos.
A muchos de los que gobiernan bajo las silgas del PAN no les preocupa el peor resultado electoral de los últimos 30 años, sino la posibilidad de perder los espacios que permiten la negocia con el gobierno, desde las dirigencias municipales, estatales y la nacional, siempre desde la oposición.
Para tal despropósito los notables afilan lenguas y lanzallamas en la búsqueda de la dirigencia nacional, a la par de depositar sus esperanzas en los espacios mediáticos que les proporciona el poder público, algo de lo que carece la escasa militancia honorable que continúa leal a sus ideales.
El PAN del futuro pasado escribe el epilogo de su tercera temporada. El tráiler insinúa que más importante serán los cotos de poder que los esfuerzos por renovarse y reencauzar el camino.
En la batalla por la dirigencia nacional panista, al más puro estilo de ´los Chuchos´, los Galileos´ y ´los bejaranos´, estarán disputándose las prerrogativas del partido y el honor de la primera cortesanía palaciega: los gobernadores, los legisladores y los plutócratas azules, todos notables. Los honorables de la militancia parecen conformarse con mirarlos de lejos.
Si el PAN no desaparece como auguran líderes históricos, es muy probable que se convierta en una reserva de tribus. Tristemente.
P.D. Un discreto grupo concebido a la sombra de Lalo Romero se reagrupa en Chihuahua bajo las órdenes del mandamás. El objetivo es cerrar la pinza en los órganos de control y fiscalización. Están en puntos estratégicos y se les conoce como Los Avengers de queratina.