Confusión entre conceptos de Género y Sexo limita creación de políticas públicas a favor de la igualdad: Consejera y terapeuta de Ichmujeres

Chihuahua, Chih.- La confusión que existe entre los conceptos de Sexo y Género, es una de las principales limitantes para la generación de políticas públicas que favorezcan la igualdad entre mujeres y hombres, pues se tiene la creencia de que tanto hombres como mujeres nacen con características que son inherentes a su sexo, como el que las mujeres por naturaleza son afectivas o sensibles y los hombres, valientes e inteligentes.

La terapeuta Martha González Rentería, consejera del Instituto Chihuahuense de las Mujeres e integrante del Movimiento de Mujeres de Chihuahua explica que estas construcciones sociales que limitan el desarrollo para ambos sexos, parecieran algo muy sencillo de comprender, sin embargo, han originado confusiones muy serias que es importante aclarar.

El concepto de género alude a las formas históricas y socioculturales en que mujeres y hombres construyen su identidad, interactúan y organizan su participación en la sociedad; formas que varían de una cultura a otra y se transforman a través del tiempo, por ejemplo se cree que las mujeres por naturaleza deben ser sensibles, afectivas, cariñosas o débiles, por lo cual históricamente se les han asignado roles que tienen que ver con el ámbito privado: su rol es reproductivo, el trabajo no remunerado, al cuidado de los hijos e hijas o de la familia, así como de las tareas del hogar, o que deben estudiar carreras enfocadas a la educación, atención y cuidado de personas o servicios y que de preferencia no les implique muchas horas de trabajo para que puedan atender su casa y familia.

En el caso de los hombres, a ellos se les atribuyen características biológicas que los hacen ser mas fuertes, protectores, inteligentes o valientes, por lo que se le asigna un rol productivo, en el ámbito público, con trabajo remunerado y relacionado con poder y responsabilidad; como proveedores del hogar, dejando sobre sus hombros una responsabilidad económica que muchas veces llega a afectar seriamente su salud, además de coartarles la libertad para expresar emociones como la tristeza o la convivencia mas cercana con sus hijos e hijas.

La especialista explica que actualmente no hay estudio que defina que estas características provienen de una cuestión física o biológica, por lo contrario existen evidencias de que estas características pueden adquirirlas las mujeres con práctica y aprendizaje, tal es el ejemplo de Soraya Jiménez, deportista mexicana especialista en halterofilia y ganadora de una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 quien fue la primera mujer mexicana en lograrlo.

Indicó que estas construcciones sociales que se atribuyen a cada sexo, pueden ser aprendidas desde el vientre materno pues cuando se conoce el sexo del bebé la mamá y el papa, empiezan a comprarle ropa azul si es niño o rosa si se trata de una niña, incluso juguetes y accesorios según el sexo, aseguró que existen estudios que tratan de como se proyecta este deber ser estereotipado desde el nacimiento.

El documento ABC del Género, define el concepto de “Sexo”, como las diferencias y características biológicas, anatómicas, fisiológicas y cromosómicas de los seres humanos que los definen como hombres o mujeres. Se nace con ellas, son universales e inmodificables.

Se explica con el ejemplo de que sólo los hombres tienen la capacidad de producir espermatozoides y  únicamente las mujeres tienen ovarios y matriz, y que la única diferencia biológica que existe entre mujeres y hombres son los órganos sexuales.

Marha González explicó que otra de las situaciones que dan lugar a confusiones es que, muy a menudo, se identifica la palabra género con mujer y no con relaciones entre mujeres y hombres y a las construcciones sociales que se hacen de la feminidad y de la masculinidad. Las atribuciones de género son opresivas y rígidas tanto para los hombres como para las mujeres, aunque tradicionalmente las mujeres han sido las más perjudicadas.

Aseguró que autoridades y responsables de tomar decisiones que tienen que ver con leyes y generación de políticas públicas, deben saber diferenciar ambos conceptos y tener conocimiento de temas relativos al género para que sus propuestas estén encaminadas a lograr la igualdad entre mujeres y hombres como lo establecen los acuerdos internacionales en material de Derechos humanos.

El concepto de género se utilizó por primera vez en el ámbito de la psicología médica durante la década de 1950. Sin embargo, fue hasta 1968 que Robert Stoller la desarrolló en una investigación empírica sobre trastornos de la identidad. Stoller demostró en su estudio que lo que determina la identidad y el comportamiento masculino o femenino no es el sexo biológico, sino las expectativas sociales, ritos, costumbres y experiencias que se ciernen sobre el hecho de haber nacido mujeres u hombres. Esta observación permitió concluir que la asignación y adquisición social de la identidad sexual es más importante que la carga genética, hormonal o biológica que los seres humanos traen consigo al nacer, con lo que se desnaturalizan las relaciones sociales entre los sexos.

A partir de este descubrimiento, se empezó a comprender que la identidad de las personas así como su posicionamiento social, provienen de las representaciones y significados culturales atribuidos a la “masculinidad y a la “femineidad”, así como de los principios sexistas incorporados en las reglas de funcionamiento de las instituciones públicas y privadas.

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