Rafinha de rebote evita una noche de pesadilla para el Barcelona frente al Granada de Memo Ochoa

Llegaba el colista al Camp Nou y más de uno se frotaba las manos. Tocaba goleada, o eso se preveía, porque el Granada ofreció una resistencia que únicamente consiguió salvar Rafinha con una preciosa y oportuna chilena. Fue uno de esos días malos que el Barcelona resolvió con oficio y más apuros de los previstos. Y es que las apariencias a veces engañan.

El esperado paseo azulgrana fue más bien un camino tortuoso que los de Luis Enrique no lograron aliviar salvo en una acción puntual. Decidió Alcaraz anular espacios para que el Barça combinase por dentro. Evitó conducciones o paredes y ofreció las bandas a los de Luis Enrique. Eso desconcertó por momentos a los azulgrana, que sólo encontraron claridad con los balones aéreos con rosca de Messi o los desmarques inteligentes hacia fuera de Suárez.

De ahí que el Barcelona tardase hasta 28 minutos en generar una ocasión clara de gol. La encontró Suárez tras un balón medido de Mascherano, que sorprendentemente fue de los que tuvo las ideas más claras en ese primer acto. El delantero uruguayo, sólo ante Ochoa, se complicó con dos controles imprecisos que esfumaron cualquier opción de acabar con el atasco azulgrana.

El día era gris pero todos esperaban que aclarase más pronto que tarde. Lo hizo, como casi siempre, con una aparición de Messi. El argentino tiró la pared en la frontal, asistió a Rafinha y este se quitó el marrón de superar a Ochoa cediendo a Neymar. El '11' azulgrana estrelló el balón en el palo y Vezo barrió el cuero sobre la línea. Fue entonces cuando Rafinha sí asumió la responsabilidad. Resolvió con una acrobática chilena y el Camp Nou respiró aliviado.

Resistencia sin amenaza

Anuló una angustia provocada por un partido de esos a cara de perro. Nadie, ni siquiera Messi, estaba fino. Denis no aprovechó su oportunidad y Neymar prometió más que cumplió. Volvió a pelearse con el gol, esta vez como consecuencia de una gran intervención de Ochoa, ese portero tan inseguro como espectacular. Respondió a un disparo a quemarropa del brasileño y mantuvo una incertidumbre que la defensa adelantada del Barça se encargaba de alimentar en cada amago de contragolpe del Granada. Suspense que mantuvo también Messi, incapaz de definir ante el portero mexicano casi con el tiempo cumplido.

Le faltó algo de fe a los de Alcaraz para convertir esa sensación en una amenaza real. Al menos la imagen mejoró y las esperanzas en una progresiva escalada en la clasificación no suena a quimera. Aunque hoy hubiese enfrente un Barça desacertado. Un Barça de cuerpo presente en el Camp Nou pero con la mente camino de Mánchester.

Fuente: marca.com

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