Ciudad de México.- Chivas curó la herida que le quedó en la liguilla anterior, donde fue echado en la ronda de los cuartos de final por el América, con una victoria de estruendo, de 3-0, que pone a temblar al técnico Ignacio Ambriz y a sus superiores, porque empaña, todavía más, la celebración del centenario azulcrema. Fue una gran noche de Chofis López e Isaac Brizuela que catapultaron a su equipo de nuevo al protagonismo, en el partido clave, ni más ni menos que en el Clásico Nacional.
Fue un partido que quedará grabado en la historia de los Clásicos y mucho de ese mérito lo tiene el estratega Matías Almeyda, quien trazó un esquema ideal para contrarrestar las cualidades del equipo local para darle un brillo inusitado al encuentro.
Chivas se basó en la dinámica que tiene su joven ataque y que entendió, por fin, cómo se juega un partido de tal trascendencia, apoyado en López, Carlos Cisneros, Ángel Zaldívar y, especialmente, el Conejito Brizuela.
López desempeñó un papel clave en la ejecución de las ideas de Almeyda al ser quien le dio la claridad necesaria entre un medio campo atestado, en conjunto con un Brizuela brillante como nunca se le había visto en el redil. Chofis casi siempre le ganó la espalda a Daniel Guerrero y eso le abrió la posibilidad de surtir de balones a la gente rojiblanca de adelante. Dos asistencias en la primera mitad al Conejito avalaron su buena noche.
La primera gran jugada que cuajaron ambos atacantes fue en el minuto 18, en la que López se metió por detrás de Paul Aguilar para asistir al Conejo, que lo único que hizo fue empujar el balón a las redes.
La segunda se dio en el minuto 31, con la variante de que el coahuilense filtró un pase al ver entrar a Brizuela a toda velocidad por la derecha. Ahí, el ex del Toluca definió con un tiro potente para poner el 2-0.
De las Águilas ningún jugador entendió la trascendencia de lo que se jugaba, mientras que el Rebaño Sagrado se hizo cada vez más grande con el transcurrir de los minutos.
Con la ventaja, Almeyda manejó el partido a gusto, hizo que sus jugadores mantuvieran la cabeza fría y llevó a la desesperación al once local, hasta marcar, incluso, un tanto más en el minuto 84 vía Carlos Peña, quien fue, curiosamente, el villano rojiblanco en la liguilla anterior al errar un penal.
Pero hoy de eso la gente rojiblanca ya no se acuerda.