El argentino comienza el campeonato como un tiro con dos goles y una asistencia. Suárez hizo un hat-trick y Arda volvió a marcar. Rubén Castro llegó a empatar con una gran falta.
Messi tiene prisa y el Barcelona empezó la Liga volando a los mandos de un Leo que ha iniciado la Liga a un nivel supersónico aplastando al nuevo Betis de Poyet por 6-2. La nueva versión de Messi no entiende de frustraciones ni debates con su selección, de problemas fiscales ni de colores de pelo. En caso de duda, Messi siempre apela al juego y cada año mejora las prestaciones respecto al anterior. La actualización del argentino descargada para esta temporada parece indescifrable para los rivales. Messi tan pronto se sitúa como interior repartiendo pases como si el partido fuera la Cabalgata de Reyes y él el Rey Rubio repartiendo caramelos o aparece dando latigazos desde la frontal del área. Y si encima le secunda un Luis Suárez tremendamente voraz que empezó la Liga con un triplete y un Arda que cubre con solvencia la ausencia de Neymar, los pronunciamientos no pueden ser más favorables al conjunto de Luis Enrique. El Barça, con Messi a los mandos y siete bajas de entrada ha empezado la Liga como un trueno.
El planteamiento del Betis, que le debe a su portero Adán no salir con una humillación histórica del Camp Nou, no valió de nada ante la capacidad de Messi para aparecer por todos los rincones del campo. Poyet trató de salir valiente, con tres centrales, pero buscando presionar al Barcelona en defensa, pero cada vez que los andaluces se desplegaban, el diez del Barça aparecía en un rincón del campo para dar salida al balón con criterio. A los cinco minutos de partido, el plan del Betis era papel mojado y los verdiblancos olvidaron su táctica para resistir como podían aculados en su área ante las bananas con las que Messi habilitaba a su frente de ataque.
Luis Enrique soprendió alineando a Jordi Alba como lateral izquierdo cuando parecía Digne más rodado para el puesto. La apuesta por el canterano le salió redonda al técnico barcelonista. Puede que sea la inactividad y las ganas que tenía el de L’Hospitalet de jugar o puede que la amenaza del fichaje francés le haya puesto las pilas, pero la primera parte de Alba fue demoledora. Nadie en el Betis pudo parar sus subidas. La primera de ellas, a pase de Leo (obviamente) acabó en gol de Arda, que sigue jugando como si lo hubiesen fichado anteayer.
Con el Betis groggy en las cuerdas del Camp Nou, los verdiblancos sacaron mediante Rubén Castro un golpe que en otros tiempos hubiera hecho dudar al Barça. Marcó el enorme delantero verdiblanco un gol de falta en el que Bravo no estuvo afortunado, pero el tanto no sirvió para recomponer al Betis, sino para desatar al Barça. Al poco del empate, Messi disparó al larguero dos minutos antes de marcar el 2-1 con un disparo brutal. Antes de acabar la primera parte, Sergi Roberto asistió a Suárez que marcó el tercero ante un Betis que enarbolaba bandera blanca.
La temperatura, el calendario y el marcador indicaban que el Barça podía relajarse en la segunda parte. Pero nada de eso. Messi siguió torturando al Betis desde cualquier tepe del campo y el Barça se convirtió en un huracán. Un contragolpe tras un córner en contra le sirvió a Suárez para marcar el 4-1 que le dejó en bandeja Messi, que marcó el quinto a continuación. Luego le dejó al uruguayo redondear el hat-trick con una falta directa que Adán, el mejor de los béticos junto con Rubén Castro, que marcó el 6-2, no pudo evitar. Bastante hizo el portero. Si no llega a ser por él, el Barça hubiera dado aún más miedo.