Por: Cruz Pérez Cuéllar
Muy extraña ha resultado la inclusión del capitán retirado del Ejército Mexicano, Juan Manuel Escamilla León, como jefe de la guardia personal del gobernador electo Javier Corral, quien aún y los serios señalamientos que pesan en su contra, sin pensarla dos veces ha defendido a capa y espada al hombre que en su tiempo resguardó la seguridad del exgobernador priista Patricio Martínez García.
Es raro no porque haya recibido tal sugerencia sino porque la ha abrazado como si se tratara de algún compromiso más profundo.
Escamilla fue detenido en el 2010 no por cualquier travesura sino por los hechos ocurridos el 23 de marzo de 2005 en la Plazuela de Acuña, donde participó en un enfrentamiento entre el grupo de policías de ciudad Juárez que él comandaba y un grupo de delincuentes peligrosos, el resultado fueron cinco muertos. También enfrentó cargos de tortura y abuso de autoridad en perjuicio de un paseño; había sido señalado por el Ministerio Público por el homicidio de dos agentes de tránsito, en fin, no se trata de un personaje reconocido por actos heroicos o que garantice la seguridad de los ciudadanos, menos la del próximo gobernante.
En su cuenta está el atentado en contra de su protegido, el exgobernador Patricio Martínez García, quien cayera herido de una bala en la cabeza el 17 de enero del 2001; estaba a su cuidado, y el resultado en esa tarea tampoco puede decirse que es bueno, tal vez la suerte del exmandatario o la imprecisión de la mujer que intentó el asesinato son los elementos que mantuvieron al capitán Escamilla con su trabajo en ese momento, pero por poco su carrera como escolta o jefe de guardias de seguridad se habría terminado. Los otros antecedentes parecían ser suficientes para haber terminado con la carrera de Escamilla, pero al próximo gobernador, parece no importarle ese dato.
La situación despierta muchas suspicacias, sobretodo por la manera inmediata en la que se presentó el exgobernador Patricio Martínez García ante Javier Corral una vez conocidos los resultados electorales del pasado 5 de junio. Al senador priista no le importaron las formas y con cierto desdén hacia su partido reconoció en Corral al ganador de la contienda. El encuentro entre ambos no debió caer nada bien al priismo estatal cuyos abogados presentaron un recurso de impugnación y hasta hace unos días sostenían, por voz de su propio dirigente estatal, Guillermo Dowell, que el recurso sería bien recibido por los magistrados del Tribunal Estatal Electoral (el sábado pasado el TEE tenía programado emitir su resolución al respecto), quienes mantuvieron un duelo entre lo jurídico y la grilla política en atención a quienes los colocaron donde están.
¿A caso estamos hablando de una alianza de facto entre Javier Corral y Patricio Martínez?, entre el panista que no podía ver ni en pintura a dictadorcillo, y el exgobernador que hace poco señalaba de “golpeador” al panista por estar usando el canal de TV de Congreso para golpetear a César Duarte.
Pudo haberse configurado este como el primer error de Javier Corral en su faceta como próximo gobernador, pero también se deja ver en el acto al verdadero Corral: un autoritario disfrazado de demócrata.
¿Quién más podría haberle sugerido a Corral que admitiera como su guardián al capitán Juan Manuel Escamilla, si no fue Patricio Martínez?. Esa relación tiene cierta hilaridad por el escaño en el Senado que ambos tienen (Corral continuaría con el cargo aunque con licencia para poder ocupar la gubernatura del estado de Chihuahua); pero donde no cuadran las cuentas es en la empatía política o afinidad entre ambos personajes que siempre la han jugado en los polos opuestos, uno del lado del poder y el otro desde la oposición radical.
Por otra parte, el gobernador electo ha incluido en su equipo de transición y muy probablemente los tenga considerados para cargos de importancia dentro de su gabinete, a personajes de la izquierda que a través de las organizaciones no gubernamentales que durante años han liderado señalaron con oportunidad los excesos del ex comandante del grupo de elite Delta de la policía juarense, quien fue recomendado para ese cargo por Patricio Martínez.
La misma Alianza Ciudadana que hasta hace poco encabezaba el propio Javier Corral está conformada por personajes como Víctor Quintana, por Lucha Castro, Blanca Gámez, Jaime García Chávez, Gabino Gómez, entre otros que siempre han señalado los abusos de poder de Patricio Martínez y también de sus agentes. Pero hasta ahora no se han manifestado en ningún sentido por la inclusión de quien pudiera representar a uno de los objetivos de las organizaciones derecho humanistas de los anteriormente mencionados.
En lo particular creo que el gobernador electo envía un mal mensaje a los chihuahuenses por la decisión tomada sin consulta, como es posible sea la manera de gobernar los próximos cinco años en caso de resolverse a su favor el asunto de las impugnaciones que a tontas y a locas empujan los abogados del Partido Revolucionario Institucional, organización política que prácticamente quedará desaparecida del mapa político de los próximos años; Pero para fortuna o desventura de los priistas se acerca ya el cambio de poderes a nivel federal, así como la renovación prematura de los ayuntamientos y diputaciones locales lo que podrá reinstalarlos a nivel local o definitivamente dejarlos sepultados, yo creo más en lo segundo no por virtud de los panistas sino por el empuje de las candidaturas independientes y sobretodo, por el avance de la izquierda.
Parece ser que el carácter de Javier Corral, que escucha poco la conseja externa, lo hará aferrarse a la decisión tomada en torno a la contratación o aceptación de los servicios del militar retirado, Juan Manuel Escamilla; sería reconocer que calculó mal o que meditó poco la selección de su recomendado protector, sería dar la razón a los que juzgamos mala su determinación, sería aceptar que se equivocó, situación que no podrá encontrarse en todo su historial.
Me parece que vienen momentos de mucha trascendencia para el estado y comenzar con semejantes deslices no es bueno para la siguiente administración estatal, ni tampoco para los ciudadanos que sufriremos las consecuencias del buen o mal gobierno que vaya realizar Javier Corral. En lo personal, sinceramente, no deseo que le vaya mal, de ninguna manera, creo que los chihuahuenses necesitamos un cambio positivo. Pero eso no significa que una postura razonable deba permanecer siempre a la expectativa solamente, quedarse quietos ante las decisiones de cualquier tipo. Para las buenas decisiones tendrá muchos que le aplaudan, pero para las malas estimo que también habremos muchos más para señalarlas, sobretodo si esas decisiones carecen de sentido, extralimitan su función o trasgreden a terceros, como sucede con la selección de su jefe de escoltas, que tiene historia negra y que puede repetir sus errores a mayor escala.
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