Chihuahua, Chih.- La ausencia de una meta a mediano o largo plazo, el vertiginoso ritmo del día a día y la falta de capacidad a la hora de priorizar las acciones a realizar son los principales factores que contribuyen a la sensación de la pérdida del tiempo tanto a nivel empresarial como personal. Así lo aseguró el consultor Armando Mercado Hernández, quien apuntó que en México se requiere de una importante labor de disciplina para revertir esta tendencia arraigada durante años.
Partiendo de la idea inicial de que la globalización trae aparejada la tecnología y la modernidad comporta aceleración e impactos vertiginosos, lo cual impacta en las empresas, que ven como su índice de competitividad se deteriora en lugar de mejorar, afirmó que esa falta de visión impacta en el país, en la educación, en los planes de liderazgo y en la sensación de muchos individuos de que no les rinde el día.
"Queremos hacer muchas cosas y lo que sucede es que nos faltan herramientas para aprender a priorizar, es natural querer hacer muchas cosas, pero necesitamos de técnicas y herramientas que nos ayuden a priorizarlas para que el tiempo rinda más", aseguró Mercado.
El consultor señaló que las personas se dejan llevar por la dinámica del día a día, por los tiempos, de ahí expresiones demasiado laxas y habituales como el "ahí nos vemos, para la otra", frente a la meticulosidad de los europeos y no se diga los asiáticos.
"No tenemos esa disciplina, nos falta el disciplinarnos, depende mucho de nuestro rumbo, cuando no tenemos rumbo es más fácil perderse en el tráfico de la vida o de las ciudades, cuando no tenemos un plan más fácil irse por otro rumbo", aseveró Armando Mercado.
Agregó que a los mexicanos muchas veces les falta el plan, ya que por norma general "no planeamos a futuro", muy pocos tienen seguros de vida, médicos, educativos, pensiones, "lo dejamos al rato al tiempo, se nos acorta la línea de tiempo".
Partiendo de esta concepción, destacó que la visión de futuro tiene que ver con el liderazgo y cuando no se tiene lo que va sucediendo al día es tu futuro, de ahí lo importante de tener esas metas para concretar hechos y eventos recorriendo el camino.
De hecho, reconoció que no le resultaba raro, sino muy habitual en su trabajo de consultor empresarial toparse con empresas ámbito estatal y nacional empresas grandes que no manejan presupuestos, que no tienen propósitos. Este fenómenos se extrapola a nivel gobierno y los tiempos de estos marcan los tiempos de los demás, "tenemos un plan que dura seis años, llega otro gobernante nos cambian a otros seis años de otro rumbo".
En este sentido, afirmó que la generación milenial, como se conoce a aquellos que cuentan 34 años para abajo, carecen de la meta de un retiro, de una permanencia, prefieren disfrutar el presente porque no saben qué va a pasar en el futuro, algo que no es exclusivo de México, sino que ha pasado en todos los países a través de la generación de un clima de incertidumbre.
Ello, señaló, repercute "en que hacemos muchas cosas pequeñas que no necesariamente tienen valor para nosotros, cuando no tenemos una agenda, ya sea electrónica o de papel, lo que más falla es la memoria, si vas poniendo en estos mecanismos tus pendientes, vas a priorizar, si el resto no las puedes realizar no va a pasar nada o en el caso de un líder aprende a delegar".
A este respecto, Mercado manifestó que muchas veces se tiende confundir el tengo que realizar con el tengo que realizarlo yo, haciendo hincapié en la necesidad de incorporar elementos de tu equipo para completar la agenda.
En su trabajo del día a día señaló que le toca colaborar en la incubación de empresas y para evitar que repitan este patrón de estancamiento y no progreso aseguró que desde su origen se les pide pensar en un plan de futuro que les permita dar un rumbo a sus actividades y que no se cimenten en el hacer por hacer cosas que no te dan valor, cosas no eficaces.
Afirmó que la efectividad es lograr resultados haciendo uso eficiente de recursos, trabajando en hacer un plan, tener un rumbo definido, no necesariamente a largo plazo, sino de dos o de tres años, lo cual resulte un horizonte visible y creible.
