¿Por qué a la familia LeBarón y precísamente allí?

Por: Pbro. Camilo Daniel Pérez


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Pbro. Camilo Daniel Pérez.
 
Estas preguntas quedarán ciertamente abiertas con muchas conjeturas como también quedarán abiertas las heridas sociales y humanas que nos deja esta masacre tan inhumanamente feroz y con una crueldad inexplicable e injustificable a todas luces. Ni siquiera se puede justificar como un caso fortuito y por equivocación, pues previamente se habían bloqueado los caminos para que no hubiera huida ni pudieran tener auxilio de la fuerza pública. 
 
Todo esto nos hace pensar en una planeación tan malévolamente deliberada y orquestada con quién sabe qué fines oscuros y qué pervertidos propósitos. Lo que ciertamente aparece a primera vista es que políticamente hablando en este trágico evento al parecer se buscó el involucramiento de dos gobiernos, el de Chihuahua del PAN y el de Sonora del PRI. Además, se involucra al Gobierno Federal, Amlo, y, no sólo eso, sino incluso al Gobierno de Estados Unidos con Trump a la cabeza, por la doble nacionalidad de la Familia Lebarón. El mensaje es muy fuerte: El poder del crimen organizado muestra la total debilidad del Estado y de lo que son capaces para conseguir sus propios fines. Es más, seguramente se buscó notoriedad a nivel internacional con este hecho tan doloroso. 
 
Sin embargo, el mensaje más tremendo y más claro es el que recibimos nosotros, como ciudadanos. La masacre a unas familias inertes, sin importar niños, niñas, incluidos bebés, nos está diciendo algo incontrovertible: Somos la “carne de cañón” en esta lucha por el poder del crimen organizado y me refiero no sólo al crimen “callejero” de las mafias, es decir, a los de metralleta en mano, sino a las mafias de “cuello blanco” que han visto mermados sus multimillonarios ingresos ante la cruzada anticorrupción del Gobierno Federal. De alguna manera les beneficia también a ellos el mostrar a un gobierno débil y ausente en la defensa de la ciudadanía. Lo peor que le pueda pasar a un gobierno es que pierda la confianza y la credibilidad de los ciudadanos. 
 
¿Qué hacer ante todo esto? Lo primero es que el Gobierno y me refiero al Ejecutivo, al Legislativo y Judicial, deberán dejar a un lado sus “inquinas”, sus descalificaciones, sus partidismos, sus bizantinas discusiones… Todo esto me parece banal e infantil ante la urgencia que tenemos de que, entre todos, incluida la ciudadanía, busquemos una propuesta viable y efectiva para conseguir la seguridad pública y social que tanto necesitamos. Todos somos responsables y, sobre todo, el Gobierno actual de lo que está pasando. Nada se gana con echarle la culpa a administraciones pasadas. Nos interesan respuestas “hic et nunc”, aquí y ahora. ¿Seremos capaces de lograr la paz social que nuestro País necesita? Éste es el reto que tenemos por delante.  En estos tiempos modernos nunca había estado tan frágil la seguridad de la vida y del patrimonio de las y los ciudadanos.
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