El feminismo y la perspectiva de género: Deuda histórica de la pedagogía crítica
17 de octubre de 2019 | Por Francisco Milla
Por: Delma Cecilia Martínez Muñoz
Por: Delma Cecilia Martínez Muñoz
Resumen:
El presente artículo esboza de manera muy general la construcción de los estudios de género y la perspectiva de género a la luz de los movimientos feministas y su aplicación como un mecanismo político en la construcción de los derechos de las mujeres, así como la urgente inserción en las prácticas pedagógicas, discusiones y construcciones epistemológicas desde los espacios de la pedagogía crítica.
Abstract:
The purpose of this article is to carry out in a very general way the construction of gender studies and gender pespective in the light of feminist movements and the aplication as a political mecanism in the construcction of women rights, and the urgent insertion in pedagogic practics, discutions and epistemological constructions from the critical pedagogy.
El término género ha cobrado importancia en los últimos años y se ha ido insertando en el vocabulario de la política, la educación, medios de comunicación, etc. Sin embargo, el hecho de utilizar el término no significa que se haya alcanzado la comprensión del mismo, pues la vaguedad con la que se utiliza varía desde entenderlo en una asociación directa con su relación a las mujeres, hasta confundirlo con términos como equidad, igualdad o perspectiva o incluso con el sexo. Por tanto, el género se enmarca en nociones poco ciertas que establecen una lucha epistemológica desde donde se le implica en una dimensión política. (González Jimenez, 2009)
Tomando entonces en consideración que el género está inmerso en una dimensión política, es necesario desentrañar el porqué de su complejidad, por tanto el presente artículo pretende dar un breve esbozo de los principales componentes del género y cómo llega hasta la perspectiva de género, así como la importancia de las luchas feministas en su construcción y la apropiación de la perspectiva de género y el feminismo como un componente básico de las prácticas pedagógicas.
Para poder comprender la raíz de los estudios de género, es necesario primeramente analizarlo a la luz de los movimientos feministas, quienes en su búsqueda por la conquista de derechos para las mujeres, fueron abriendo grietas al sistema en todos los ámbitos y desentrañando las categorías teóricas que permiten analizar el género y por ende la perspectiva de género.
El género desde las luchas feministas
No se puede entender el género y la perspectiva de género si no es a la luz de la teoría feminista que se enmarca como las ideas conjuntas en torno a criticar los valores y estructuras patriarcales sobre las cuales se cimentaron las sociedades.
Se inicia con la descripción del primer movimiento feminista conocido como la Primera Ola, el cual establece como principio fundamental la lucha conjunta de mujeres por sus derechos, se gesta la idea de la mujer a la integración de la sociedad. Son las pensadoras Olimpia de Gouges con su texto La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana (documento que le cuesta la vida) y Mary Wollstonecraft y su obra titulada La Vindicación de los Derechos de la Mujer, los documentos más destacados de este movimiento. (Varela & Santolaya, 2010)
A pesar de los postulados fundamentales de Gouges y Wollstonecraft, el orden establecido genera una reacción de violencia a través del Código Napoleón, declarando a las mujeres incapaces de gobernarse a sí mismas y las condenó al sometimiento legal de la tutela de un varón, entrando en una etapa de persecución ante toda idea respecto a los derechos y libertad de las mujeres. (Varela & Santolaya, 2010)
A pesar de la persecución de la época, las mujeres aprovecharon el momento histórico brindado por el siglo XX, que ante la necesidad de mano de obra por las crisis entre guerras, les solicitó incorporarse al mercado laboral en las fábricas e incluso asumiendo labores y roles asignados anteriormente a los hombres. Lo anterior permitió que la causa feminista se renovara a través de los movimientos sufragistas, conocida también como la Segunda Ola. (Varela & Santolaya, 2010)
Las sufragistas exigían el derecho al voto y el derecho a la educación, logrando así conquistarlo a través de diversas manifestaciones que incluyeron formas extremas de protesta como el uso de explosivos, pintas, huelgas de hambre etc. Alzando la voz en algunos países y consiguiendo bajo ciertas condiciones el voto y con ello la ciudadanía, pero además desatándose así un movimiento intelectual feminista desde el pensamiento crítico que cuestionó la esclavitud, el sistema proletario, incluso la falta del feminismo dentro de las luchas obreras del marxismo y el anarquismo (Varela & Santolaya, 2010).
El movimiento sufragista, es indudablemente el movimiento revolucionario más importante para los derechos de las mujeres que se asumen como ciudadanas por primera vez en la historia. Sin embargo, las crisis de la posguerra volverán a las mujeres a sus hogares y con ello la lucha que había iniciado por la conquista de los derechos, sufre un retroceso. Es entonces cuando Simone de Beauvoir escribe su libro El segundo Sexo, con postulados como: “No se nace mujer, se llega a serlo” y desata nuevamente el debate del papel de la mujer en la sociedad. (Varela & Santolaya, 2019, pág. 103)
Aparecen además muchísimas filósofas, antropólogas, abogadas, etc. que comienzan a cuestionar el sistema patriarcal, pero ahora desde la visión de la opresión de la mujer por su condición biológica, lo que será el primer esbozo de los estudios de género.
Betty Friedan, en su texto Mística de la Feminidad, explica la infelicidad de las mujeres a través de no poder controlar su vida y no poder participar públicamente, siendo formadas en la academia, pero condenadas al hogar. Entonces el feminismo liberal gestará la igualdad en el ámbito de lo público con su postulado “Lo personal es político” y los feminismos desde su idea de género creada por Simone, comenzarán a ramificarse y a cuestionarse entre los diversos grupos desde sus muy específicas necesidades de lucha. (Varela & Santolaya, 2010)
La lucha por la conquista de los derechos no ha detenido su marcha y con ella los inicios para concretar los Estudios de Género (EG) y desentrañar la Perspectiva de género, es por ello que derechos de las mujeres y teoría de género caminan históricamente de la mano, consolidándose y fortaleciéndose desde la academia, las leyes y la lucha en las calles.
La perspectiva de género en el Marco internacional desde la Teoría Feminista del Derecho
Una vez esbozado de manera muy somera las históricas luchas feministas por la conquista de los derechos, es importante reconocer como los Derechos Humanos y la perspectiva de género tienen una correlación ineludible, pues han ido consolidándose a la par de la teoría feminista, muy específicamente de la teoría feminista del Derecho, en una necesidad latente de brindar protección a las mujeres, con ello se fueron multiplicando los esfuerzos desde todos los ámbitos: político, social, económico, cultural, académico, etc. de los movimientos feministas de todos los tiempos, pero especialmente de los años setenta. (Tramontana , 2002, vol. 53)
En los avances por los derechos de las mujeres, se genera un primer núcleo conceptual para poder discernir la protección internacional de las mujeres que consistió en la separación teórica del “sexo” y el “género”. Estableciendo que el primero hará referencia a las características biológicas, mientras el segundo como ya lo postulaban las grandes feministas, hará referencia a las concepciones socioculturales, de lo que consideran las características determinadas para ser un hombre o una mujer, en un momento histórico. (Tramontana , 2002, vol. 53).
Es aquí donde se puede hacer un claro deslinde de los Estudios de Género y la Perspectiva de Género (PG) como una herramienta política de lucha por los derechos de las mujeres, pues la PG implica hacer visibles las desigualdades históricas en todos los órdenes de la vida entre mujeres y hombres, pero no solo hacerlas visibles, sino generar mecanismos para contrarrestarlas.
Bajo esa supuesta simple diferenciación de conceptos, se regula todo un postulado epistemológico que traerá consigo las bases legales de los derechos de las mujeres y el entendimiento del patriarcado como un sistema de opresión. Referidos en primer término a los fundamentos legales, pues son ellos los que desatarán en cascada la perspectiva de género en todos los espacios de orden gubernamental en México y el mundo.
Los inicios de los derechos de las mujeres en materia jurídica, datan del año de 1928 cuando fue establecida la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) creado para reconocer los derechos políticos y sociales, a raíz de los movimientos sufragistas en todo el mundo. De igual manera en el año de 1933 y 1948 con la Convención Interamericana sobre la Nacionalidad de la Mujer y la Convención Interamericana sobre la Concesión de los Derechos Políticos a la Mujer y la Convención Interamericana sobre la Concesión de los Derechos Civiles de la Mujer, partieron del análisis de la condición jurídica de las mujeres en el mundo, consolidando así los primeros mecanismos para impulsar la perspectiva de género. (Tramontana , 2002, vol. 53)
Aunque los documentos anteriores son la base de la perspectiva de género como un concepto político, el documento rector que pone al género como un instrumento base para producir iniciativas destinadas a dar respuesta a las problemáticas que emanan de dicho concepto, es el creado en 1979 por la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) que fue detonando una serie de políticas internacionales en materia de visibilización de las violaciones de los derechos humanos de las mujeres en todo el mundo, basadas en las diferencias biológicas y que traían consigo fuertes desigualdades históricas y estructurales a causa de la estereotipación por razones de género. (Tramontana , 2002, vol. 53)
Un momento toral en la denominación de la perspectiva de género, se estableció desde la convicción de que lo propuesto por la CEDAW, resultaba insuficiente para salvaguardar los derechos de las mujeres y que era necesario reconocer las diferencias de género en la interpretación de los tratados sobre los Derechos Humanos, por lo tanto en esa búsqueda nace la expresión “transversalización de la perspectiva de género”, donde se hacía alusión al género como algo referente a la mujer y el concepto “perspectiva de género” se enfocaba directamente a las diferencias entre mujeres y hombres, las cuales repercutían de manera directa en el pleno goce de los derechos de las primeras. (Tramontana , 2002, vol. 53)
El logro anterior, dio como resultado poder establecer que los derechos de las mujeres pueden ser violados en múltiples formas por el simple hecho de ser mujeres, pensamiento que emana de la teoría feminista contemporánea, pues a pesar de que existen los Derechos Humanos, siempre son aplicados desde una visión masculina que toma como medida de lo correcto a los hombres. (Tramontana , 2002, vol. 53)
La transversalización de la perspectiva de género a nivel internacional se consolidó en la Conferencia Mundial sobre los Derechos Humanos, que tuvo lugar en Viena en 1993, donde se proclamó que los derechos humanos desde la igualdad de condiciones de la mujer, debía incluirse en las principales actividades de las Naciones Unidas, lo que dio paso a la IV Conferencia Mundial Sobre la Mujer, situación que había hecho permear la perspectiva de género en los órganos y agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), abordando ya diversas temáticas más complejas que la que le había dado origen, pues surgieron conceptos como discriminación por sexo, violencia de género y protección de la maternidad y de la salud. (Tramontana , 2002, vol. 53, pág. 146)
Para culminar con el análisis de la inclusión de la perspectiva de género es necesario hacer énfasis en que la violencia contra las mujeres se convirtió en un factor definitivo de análisis, pues se determinó que el desarrollo individual y social desde la igualdad, tiene que privar en la vida de las mujeres y con ello la CIM promovió en 1994 la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención Belem do Pará) que dará como resultado el primer acuerdo internacional cuya finalidad es la eliminación de la violencia de género. (Tramontana , 2002, vol. 53)
La importancia de la Convención Belem do Pará radica en que se hace una definición de la violencia de género tanto en el ámbito público como en el ámbito privado y establece que los Estados de manera obligatoria, tendrán que actuar en la prevención de la violencia, de igual manera investigar y sancionar la violencia contra la mujer y con ello se abre la puerta a que exista una presentación de quejas individuales ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el incumplimiento de dichas medidas, lo cual genera la defensa de los derechos de las mujeres en un sentido más amplio. (Tramontana , 2002, vol. 53)
El análisis anterior desde la visión del derecho, resulta absolutamente necesario, puesto que el derecho ha sido un elemento estratégico para coaptar los espacios del poder a través de la creación de leyes que irrumpan el orden heteronormativo, patriarcal y opresor, desde la visión de los derechos humanos, privilegiando la dignidad de todas las personas como mecanismo de lucha. Es importante acotar que la perspectiva de género no puede y no debe verse únicamente desde la construcción de marcos legales, pues entonces su análisis sería sumamente pobre y sesgado, pues considerar que con la mera creación de leyes se derroca un sistema opresor instituido e invisibilizado de manera histórica, resulta inocente, puesto que el sistema patriarcal también domina, ejercen y ejecutan las élites de la ley.
¿Entonces qué queda ante la embestida de este sistema de muerte en donde uno de los sexos es condenado a la opresión? Queda el feminismo y la perspectiva de género como una herramienta de análisis y lucha política, es por ello que entender el feminismo como una teoría política, filosófica, no solo implica entender las desigualdades históricas entre mujeres y hombres, sino analizarlas desde la visión de la lucha de clases y raza, así como entender un mecanismo de legitimación del sistema capitalista.
Silvia Federici en su entrevista realizada para el programa Palabra de Mujer menciona que la servidumbre a la que se reduce a las mujeres, guarda una estrecha relación con las formas de acumulación, así mismo estable la importancia de que todas las mujeres luchen por su deconstrucción, la cual no siempre será desde el feminismo, porque éste se desconoce o se teme, sino que se puede luchar desde su propia desesperación. También es importante destacar la función y difusión de las sectas pentecostalistas, que se expanden de la mano del capitalismo, con un discurso sumamente peligro que enmascara la pobreza como una capacidad de sumisión, generando que las y los pobres no se revelen, sino que se conformen y con ello no solo se ha renovado lo ya establecido por Marx, sino que los discursos de la maldad y el diablo, generan la nueva caza de brujas, situación que Marx no tomó en cuenta, en la construcción de la lucha de clases, pero la caza de brujas no solo produce descrédito a las mujeres libres, sino que da fuerza al capitalismo. (Federici, 2017)
La pedagogía crítica debe cuestionar el proyecto político de estas iglesias, pues el cuerpo de las mujeres ha sido sometido a la producción del Estado, a la sumisión y disciplinarización para producir, no para el placer, estas religiones que se consolidan en todo el mundo, son una herramienta poderosa para conseguirlo y con ello dar continuidad a este sistema de muerte. (Federici, 2017)
Ante este panorama de naturalización de un sistema de desigualdad, violencia y opresión, la perspectiva de género se ha edulcorado de tal manera que se piensa que con tan sólo escribirla en un artículo o integrarla en un programa educativo se está cumpliendo con el requisito de subirse a las políticas públicas y a la lucha por los derechos de las mujeres. Situación por demás incorrecta y peligrosa pues enmascara y pretende integrar a las mujeres, cuando en realidad no es así, ya que el feminismo y la perspectiva de género son una forma de vida y como tal exigen de quien las imparte y de quien la recibe, una modificación en sus prácticas de relacionarse con las y los otros, una deconstrucción personal de cómo se vive al interior y al exterior, el patriarcado, el machismo, el sexismo, la misoginia, la colonización espiritual y todas las prácticas relacionadas con el sistema, así de cómo lo hacemos extensivo en nuestra vida cotidiana y además laboral.
Por tanto, implementar la perspectiva de género, debe ser desde una visión crítica, feminista, desde el compromiso personal del autoanálisis y la capacidad de visibilizar las prácticas personales de violencia y opresión que se ejercen hacia sí mismos y hacia sí mismas, así como hacia las y los otros y que se han normalizado, naturalizado y aceptado sin cuestionarlas ni a ellas ni a los aparatos ideológicos como la iglesia, el estado, etc. que las construyen, sin autocriticar los dispositivos que las legitiman y el papel reproductor del patriarcado que como maestras y maestros se ejerce en las aulas contribuyendo a perpetuar la opresión de las niñas y mujeres.
Es por ello que la perspectiva de género es una abierta invitación a desafiar el sistema enajenante e injusto y hacer un esfuerzo cotidiano por despatriarcalizar todas las prácticas, relaciones y actuaciones. (Lagarde, 1996)
En el proceso de hacer visible la opresión patriarcal, no se puede desestimar que la escuela es un espacio de poder, pero también de réplica de la sociedad, por tanto, si como maestras y maestros no se reflexiona sobre las relaciones de poder patriarcales que se ejercen en las prácticas pedagógicas y no se cuestionan los estereotipos y roles establecidos de género, de manera ineludible se cae en un mero trámite discursivo, incluso aunque se encuentren inmersos en las luchas anticapitalistas y antihegemónicas y en la pedagogía crítica o popular.
Como el género es definitivamente un componente básico para la convivencia entre las personas, la perspectiva de género debe dirigir la atención de las prácticas pedagógicas a los roles asignados para mujeres y hombres, pues los roles y estereotipos no se construyen en espacios aislados y es la escuela una de las reproductoras del modelo patriarcal, mismo que ha generado una desigualdad en todos los ámbitos, iniciando por una división del trabajo de acuerdo al sexo y con ello entorpeciendo las posibilidades de acceder a determinados recursos. Con la perspectiva de género se debe trabajar para percibir las diferentes formas de discriminación y marginación, así como la necesidad de hacerlas visibles desde todos los espacios. (Schüssler, 2007)
Es por ello que en este artículo se pretende anunciar para denunciar, la falaz aplicación de la perspectiva de género en las políticas educativas de México y su carente conexión, análisis, integración y establecimiento en la pedagogía crítica desde el feminismo, la cual nos permite generar cambios estructurales en las relaciones de poder entre mujeres y hombres para su emancipación. Pero incluso se hace una denuncia de que ni en muchos de los espacios de análisis críticos, se incursiona en el feminismo y el género como un objeto de análisis determinante del sistema capitalista patriarcal.
El análisis anterior permite esbozar entonces las palabras “perspectiva de género” como un concepto sumamente amplio que se permea en el ámbito de las políticas internacionales y por ende de las políticas nacionales de los países miembros de la ONU como es el caso de México, pero que tiene como objetivo un cambio radical en la construcción del orden establecido.
Aunque faltan muchas cosas por desentrañar en el análisis del género como teoría, de la perspectiva de género como herramienta política y del feminismo como generador de cambio en las relaciones de poder, debemos construir una pedagogía que considere todos estos aspectos como algo vital en el análisis de las discusiones de los discursos de espacios críticos, pues a medida que los estudios de género se conviertan en una herramienta de análisis teórico que permita deconstruir el patriarcado imperante en algunos espacios de pedagogías críticas y populares, se podrá visibilizar de forma holística los problemas de clase social y la raza.
Urge que la discusión sobre género y feminismo encuentren el mismo eco y fuerza que las discusiones de raza y clase, siendo además urgente analizarlos a la par. Las cátedras de feminismo, estudios de género, construcción de pedagogía feminista, son una deuda histórica que la pedagogía crítica y popular tienen con las mujeres, niñas y adolescentes de todo el mundo, más aún siendo la docencia una profesión feminizada, pues no se pueden solo cuestionar las hegemonías de clases sociales y de razas sin cuestionarlas desde la opresión del sistema patriarcal, el sometimiento a las tareas del hogar y crianza, el dominio sobre el cuerpo, la construcción de la sumisión como forma de relacionarse y la construcción de la violencia como forma de sometimiento, así como la dependencia económica como forma de control, y la cosificación y abuso del cuerpo como una producción del placer…
Es tiempo de que la pedagogía crítica vuelque su mirada a las mujeres construidas en el barro patriarcal, no solo para sanar la relación que se tiene consigo mismos y mismas, sino con las y los otros, sino entender que, a lo largo de las diversas luchas históricas, independencias, revoluciones, es la mujer la que ha quedado al margen de la emancipación y los derechos.
Pueden existir entronques patriarcales entre conquistados y conquistadores para consolidar el poder o para tomarlo, pero aunque puede llegar a hacer alianza con los enemigos, la mujer no goza ni ha gozado nunca de los entronques del poder, ha tenido que construir su propia historia para salir de las sombras, la mujer siempre ha sido y es como lo dijo Flora Tristán “La proletaria del proletariado”, y ante este panorama de una organización social jerarquizadora, las y los docentes debemos asumir la responsabilidad histórica que tenemos como magisterio, el papel de formar personas desde un espacio libre donde la emancipación sea un principio fundamental y no se puede entender, ni pensar la emancipación, si una de sus partes que conforma la humanidad, sigue estando sometida.
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