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Por: Rosalío Morales Vargas

Por: Rosalío Morales Vargas
 
No languidece el sueño,
la esperanza persiste,
la lucha no termina,
con idéntico modo o un cambio en el formato,
mientras quede la esencia y el fuego en los ideales.
 
Así tú, huracán de convicciones,
adalid de utopías,
quijote retoñado;
reverdeces en cada combate de los pueblos
que a romper los grilletes se abalanzan.
 
Abonaste con sangre el sembradío,
el solar del decoro,
las milpas de furores;
plantaste dignidad
para que nuevos ánimos fermenten
y se cosechen otras rebeldías.
 
En tus talones el costillar de rocinante,
pedagogía de ejemplo en la mirada,
adarga al brazo, lanza en ristre marchas
a remontar la noche sin estrellas;
resurges como brújula encendida,
orientando la senda,
hacia matrias en ruta de la aurora.
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