A propósito de la frustrada colocación de la primer piedra del CAM 7009/7010

Por: Sonia Soto Lozoya

Por: Sonia Soto Lozoya
 
Aún cuando la confianza existe, por mi mente no dejan de pasar los rostros de los que estan detrás de todo esto, los niños y jóvenes con discapacidad que asisten al Centro de Atención Múltiple, ahí callados, silenciosos, a la expectativa y tratando de entender a toda una sociedad chihuahuense que habla del respeto a los derechos humanos, de la igualdad de oportunidades, de construir un mundo accesible, de la equidad, de la inclusión y de tantos ideales que se quedan en eso; ahí están estos jóvenes y niños ansiosos de respuestas, de explicaciones para poder saber qué sucedió con otro espacio físico de la tierra que les corresponde, ahí están intentando  comprender porque no hay lugar para la discapacidad, porque no tienen derecho a ser educados en escuelas con infraestructura adecuada, digna,  por la que puedan transitar sin barreras, veo sus rostros tratando de buscar respuestas entre una multitud con opiniones diversas. Pero también veo en sus ojos un destello de luz,  que refleja un corazón comprensivo por todos los que no han tenido que vivir en y junto a la discapacidad.
 
Si algo tienen sus rostros y sus manos son bondad y amor, un gran temple que los hace grandes, un espíritu inquebrantable con el que escriben la historia de la educación especial en su comunidad y con el que llegan a la conciencia de los que se dan la oportunidad de conocerlos.
 
En este proceso del proyecto de un nuevo CAM, ellos tocaron puertas, se abrieron las de aquellas autoridades educativas y de instancias de Gobierno que escucharon y atendieron sus necesidades, dieron respuesta a sus inquietudes con el diseño de un proyecto y lograron sumar voluntades, sin embargo en una sociedad tan diversa y a veces compleja surgen variantes y barreras; los niños y jóvenes del CAM respetan la diferencia y los procesos de cada miembro de la sociedad porque saben que ahí está la principal riqueza del crecimiento y del desarrollo y 
con ese corazón de esperanza seguirán haciendo lo que mejor hacen: transformando sociedades.
 
 
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