Chihuahua.- A sus 83 años, el maestro de danza Noé Alvarado Lozano sigue apoderándose de los escenarios en los que se presenta junto a sus alumnos y compañeros de la Facultad de Artes de la UACH, a quienes por 20 años ha compartido sus conocimientos y experiencias como docente universitario.
Originario de la Ciudad de México, tiene una trayectoria mayor a 67 años en la danza. Llegó a Chihuahua hace poco más de 40 años impulsado por el baile, pues en aquel tiempo recibió una invitación para dar clases en la escuela Sergio Franco.
Aunque ha tenido una vida llena de éxitos como profesional, refirió que tuvo obstáculos, anécdotas buenas y otras malas que lo dejaron marcado para toda la vida.
“Cuando tenía 7 años metieron a mi hermana al ballet y a mi no me aceptaron, me dijeron que era sólo para mujeres, pero yo quería bailar; sufrí pero insistí y me dieron una oportunidad en el Ballet Clásico de México, hoy Compañía Nacional de Danza”.
Recordó que toda su familia trabajó en la compañía de luz, a excepción de él, quien al final recibió el apoyo de sus padres y su abuela para poder incursionar en la danza, época en la que recibió la instrucción de los mejores maestros mexicanos y extranjeros que había en el país.
Con el tiempo, por su profesionalismo y experiencia, fue nombrado como el primer solista de la compañía durante 20 años. Luego de esa etapa fue invitado a venir a Chihuahua, primero por tres meses y al poco tiempo regresó y se quedó por 15 años, hasta que se abrió la escuela de Delicias, en la que permaneció por 22 años.
Tiempo después llegó a la UACH a impartir Ballet Clásico; “empecé un lunes y ya tengo 20 años entregando todo mi conocimiento a los estudiantes, porque me gusta dar todo lo que sé, que los alumnos aprendan y crezcan”.
En su carrera ha bailado en todo el país, en Europa y Estados Unidos, y dice sentirse orgulloso de haber representado a México en esas competencias, en las que se bailaba por toda una nación.
Durante su carrera también ha tenido experiencias tristes. Recordó que estaba integrado a un grupo de flamenco y en poco tiempo viajarían a Ecuador, sin embargo, el maestro Noé no pudo ir a esa presentación por un compromiso importante previo. “El viaje terminó en tragedia, el avión se cayó y se murieron muchos compañeros, fue algo terrible”.
Luego de esa mala experiencia, Noé Alvarado siguió con su carrera, preparándose para seguir trascendiendo en el mundo de la danza. “Seguí bailando y volando por los escenarios, después lo combiné impartiendo clases y compartiendo lo que sé hacer”.
Aunque está consciente que en algún momento tendrá que retirarse de los escenarios y los salones de danza, también sabe que estará hasta que las piernas le dejen de responder, para después regresar a la Ciudad de México con sus hermanas.